Necrológica:

Joaquín Arias y Díaz de Rábago, vicepresidente de la Fundación Barrié

Era consejero del Banco Pastor y de Unión Fenosa

Ayer, a lo largo de la mañana, todavía contestaba una carta de don Joaquín Arias. De manera inesperada, por la tarde recibía la triste noticia de su fallecimiento. Soy consciente de que la muerte de un verdadero amigo y caballero -don Joaquín lo era- perturba el ánimo de cualquiera e impide trazar una semblanza adecuada, que sólo se podría realizar en momentos de serenidad. Pero asumo el riesgo de redactar apresuradamente estas brevísimas notas, en las que intentaré esbozar algunos de los aspectos -sobre todo en su vertiente humana- de Joaquín.

Joaquín Arias y Díaz de Rábago nació en Sa...

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Ayer, a lo largo de la mañana, todavía contestaba una carta de don Joaquín Arias. De manera inesperada, por la tarde recibía la triste noticia de su fallecimiento. Soy consciente de que la muerte de un verdadero amigo y caballero -don Joaquín lo era- perturba el ánimo de cualquiera e impide trazar una semblanza adecuada, que sólo se podría realizar en momentos de serenidad. Pero asumo el riesgo de redactar apresuradamente estas brevísimas notas, en las que intentaré esbozar algunos de los aspectos -sobre todo en su vertiente humana- de Joaquín.

Joaquín Arias y Díaz de Rábago nació en Santiago de Compostela en 1916. Cursó los estudios de Bachillerato y realizó la carrera de Derecho -con brillantes calificaciones- en Barcelona, ciudad en la que su padre fue secretario de la Junta de Obras del Puerto. Concluida la carrera, opositó al Cuerpo de Registradores de la Propiedad, si bien debido a su juventud tuvo que esperar a tomar posesión de la correspondiente plaza: no tenía la edad requerida (25 años). A lo largo de su dilatada vida ejerció como registrador en diversas ciudades de su querida Galicia.

Además de su constante y extraordinario trabajo como jurista, hay que subrayar su magnífica labor en el ámbito de la educación, la cultura y la investigación de Galicia, a través de la Fundación Pedro Barrié de la Maza. En esta última compartió trabajo con su hermana, Carmela Arias y Díaz de Rábago, presidenta de la misma. La labor fraternal, continuando el legado del patrono fundador, ha hecho de la Fundación Pedro Barrié de La Maza una institución única, que ha trascendido las fronteras españolas.

Pero no deseo profundizar en su faceta profesional, sino dirigir mi mirada hacia su faceta humana. Y es forzoso subrayar que Joaquín era un hombre sencillo, familiar, laborioso y de una extraordinaria generosidad. Los hechos así lo confirman: cuando en el año 2002 la Asociación de Juristas Gallegos en Madrid (IURISGAMA) le otorgó el Premio Montero Ríos, Joaquín sólo aceptó la placa correspondiente. En el Senado (donde tuvo lugar la entrega), discretamente renunció a la cantidad económica que el premio llevaba aparejada. Y solicitó que -si era posible- la dotación económica del premio se entregase, no en su nombre, sino en el de IURISGAMA, a una entidad dedicada al cuidado de personas discapacitadas, con sede en La Coruña.

Joaquín Arias Díaz de Rábago nunca pidió nada, siempre dio mucho; tanto en Galicia, como fuera de ella. Después de su fallecimiento nos sigue dando su ejemplo de hombre bueno, noble, excelente jurista. Los 14.000 becarios de la Fundación Pedro Barrié de la Maza hemos contraído una perenne deuda de gratitud con don Joaquín, que sólo Dios le puede pagar, porque nosotros no tenemos medios para saldarla.

Carlos Lema Devesa es catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Asociación de Juristas Gallegos en Madrid (IURISGAMA)

Joaquín Arias Díaz de Rábago.

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