Crónica:ESCRITO A MANO

Morella y la curva del ¡oooo!

Cenando con Antonio Tabucchi en Lisboa en tiempos en los que dirigía el Instituto Italiano de Cultura, explicó que Portugal era el país europeo con señales de tráfico más persuasivas. "A un kilómetro, peligro", leía el conductor. "Cuidado, a 500 metros", se leía en otro cartel. "A 100 metros, mucha atención", tercer aviso. Por entonces, el conductor ya conducía a 10 por hora, imaginando un desprendimiento de tierras, un socavón o una curva que le llevaba directamente a un acantilado. He recordado esa conversación en la que, respetando el sentido de lo que explicó Tabucchi, recreó el mensaje de...

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Cenando con Antonio Tabucchi en Lisboa en tiempos en los que dirigía el Instituto Italiano de Cultura, explicó que Portugal era el país europeo con señales de tráfico más persuasivas. "A un kilómetro, peligro", leía el conductor. "Cuidado, a 500 metros", se leía en otro cartel. "A 100 metros, mucha atención", tercer aviso. Por entonces, el conductor ya conducía a 10 por hora, imaginando un desprendimiento de tierras, un socavón o una curva que le llevaba directamente a un acantilado. He recordado esa conversación en la que, respetando el sentido de lo que explicó Tabucchi, recreó el mensaje de los carteles, subiendo desde Vinaroz a Morella por una carretera que se retuerce en una serie de curvas en las que se debería colocar carteles que dijesen "A un kilómetro, no se lo pierda". Luego, "A 500 metros, la leche". Y el último, "A 100 metros, curva del ¡oooo!". Porque al llegar esa curva y aparecer Morella en el horizonte, colgado de la montaña, al viajero le sale del alma ¡oooo! ante la belleza imprevista. Explicó también Tabucchi que Lisboa era la ciudad que ofrecía más variantes para el suicidio. Sacar al Tajo desde lo alto del Cristo, por ejemplo. En Morella, su castillo sería buena opción pero creo que el suicida, una vez llegase sudoroso y agotado a la cima tras larga caminata, más que ganas de despeñarse desearía relajarse contemplando la áspera belleza del paisaje. Morella es hoy una babel celebrando su fiesta sexsenal, la número 52 a lo largo de 312 años. Aquí no se puede morir de saudade.