Crítica:LAS VENTAS | LA LIDIA

¡Qué pena de Madrid!

Dicen que la culpa es del pliego de condiciones que la Comunidad de Madrid impone a la empresa. Pues, si es así, alguien con dos dedos de frente debería solucionar tamaña desaguisado. Ofrecer por obligación corridas en verano hace años que quedó demostrado que es un desatino. Primero, porque los toreros que interesan prefieren bordear Madrid; segundo, porque los toreros que vienen buscan una oportunidad y esperan que suene una flauta de difícil sonido; tercero, porque el espectáculo que se ofrece sólo puede interesar a unos animosos turistas de paso por la Cibeles.

Y cuarto, porque los ...

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Dicen que la culpa es del pliego de condiciones que la Comunidad de Madrid impone a la empresa. Pues, si es así, alguien con dos dedos de frente debería solucionar tamaña desaguisado. Ofrecer por obligación corridas en verano hace años que quedó demostrado que es un desatino. Primero, porque los toreros que interesan prefieren bordear Madrid; segundo, porque los toreros que vienen buscan una oportunidad y esperan que suene una flauta de difícil sonido; tercero, porque el espectáculo que se ofrece sólo puede interesar a unos animosos turistas de paso por la Cibeles.

Y cuarto, porque los toros que se lidian son los peores del campo, ejemplos vivientes de la degradación ganadera, y cuya presencia en las Ventas sólo lo explica su bajo precio.

Vázquez / Ruiz, Quintana, Álvarez

Toros de Isaías y Tulio Vázquez: bien presentados, mansos, flojos, descastados y muy deslucidos. Aníbal Ruiz: silencio y silencio tras aviso. Martín Quintana: silencio en su lote. Alberto Álvarez, que confirmó la alternativa: silencio en ambos. Plaza de Las Ventas. 24 de julio. Menos de media entrada.

El binomio toreros modestos y toros imposibles ofrece nulas esperanzas para el espectáculo. Así, resulta penoso asistir, domingo tras domingo, a un festejo deprimente e impropio de la categoría de esta plaza. Ayer se lidió una corrida de Isaías y Tulio Vázquez que si alguna vez alcanzó fama entre la torería, hoy por hoy es carne de matadero; pero carne barata, sin duda. Seis toros bien presentados, pero absolutamente infumables, flojos y descastados, deslucidos, broncos, sin recorrido, sin una sola cualidad que les acercara a su condición de toros bravos. Y junto a ellos, toreros desconocidos que, entre los tres, no alcanzan la decena de festejos en la presente temporada, con la firme esperanza de que salga el toro soñado que modifique el curso de sus vidas. Pero ésa es tarea casi imposible. Si sale ese toro, probablemente no ocurrirá nada porque sólo con ilusión no se puede ser figura. Y si sale el marrajo, se pone en evidencia su falta de oficio.

Aníbal Ruiz, Martín Quintana y Alberto Álvarez son los nombres de estos aspirantes a héroes que bastante premio alcanzaron con salir por sus propios pies de la plaza. No hubo un lance, ni un quite, ni un muletazo, ni una estocada... Quizá, es que no podía haberlos con toros de tan mala condición, con la cara siempre por las nubes y una embestida corta, incierta y probona; quizá, es que no podía haberlo con toreros de tan escasos recursos. ¡Qué pena de Madrid!

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