Crítica:LA LIDIA | Valencia

Flores sin aroma

A Encabo se le lesionó su segundo toro en banderillas. Otro más a los que añadir a una larga lista de toros lastimados en esta feria. Sin ir más lejos, al segundo también le pasó más o menos lo mismo. Aunque en este caso ya había dado tiempo de ver qué clase de toro era y cómo estuvo con él su matador. Éste era Dávila Miura, que se encontró con un animal de doble fondo. Un claro manso en varas que tuvo aire desafiante en la muleta y hasta pareció bravo. Dávila no le encontró la posición y la faena fue un continuo altibajo. Toro, en fin, mal aprovechado.

De la corrida de la familia Flore...

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A Encabo se le lesionó su segundo toro en banderillas. Otro más a los que añadir a una larga lista de toros lastimados en esta feria. Sin ir más lejos, al segundo también le pasó más o menos lo mismo. Aunque en este caso ya había dado tiempo de ver qué clase de toro era y cómo estuvo con él su matador. Éste era Dávila Miura, que se encontró con un animal de doble fondo. Un claro manso en varas que tuvo aire desafiante en la muleta y hasta pareció bravo. Dávila no le encontró la posición y la faena fue un continuo altibajo. Toro, en fin, mal aprovechado.

De la corrida de la familia Flores ese segundo y el sexto fueron los que tuvieron posibilidades. Todo lo contrario el resto, aunque las apariencias engañaron. Como por ejemplo el toro que abrió plaza, que no tuvo entrega; y ni fue malo ni bueno, lo que es peor. Encabo le disimuló defectos en labor con estilo lidiadora. El sexto también tuvo buen aire y Ávila puso más actitud que en su primero, en faena más que nada voluntariosa.

Flores / Encabo, Miura, Ávila

Toros de Samuel Flores, 2º, 5º y 6º, y de Agustina López Flores, 1º, 3º y 4º . Correctos de presentación y descastados. Luis Miguel Encabo: saludos y palmas. Dávila Miura: saludos y silencio. Juan Ávila: silencio tras dos avisos y palmas tras aviso. Plaza de Valencia. 19 de julio. 4ª de feria. Media entrada.

El toro de Samuel, discreto en varas, tuvo un buen pitón izquierdo descubierto por Encabo en un quite. Encabo mató sin más al lesionado cuarto y Dávila, que tuvo un quinto incierto y poco claro no se dio coba alguna. A Juan Ávila le salvó la campana en el tercero, pues estuvo a punto de escuchar los tres avisos. Distraído y sin entrega el toro, no le permitió al valenciano coger confianzas.

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