LA LIDIA

Corrida histórica

El Rey presidió la corrida desde el palco real, y los tres matadores le brindaron sus primeros toros. Se cumplía así una tradición que se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando Felipe II dispuso que se celebrase anualmente un espectáculo taurino cuyos beneficios se destinarían a paliar la débil economía del Hospital General, según cuenta el vicepresidente del Centro de Asuntos Taurinos en el programa que se ha editado con motivo de esta corrida.

Pero parece que fue en 1856 cuando se celebra en la capital de España la primera gran corrida extraordinaria de Beneficencia, que se ...

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El Rey presidió la corrida desde el palco real, y los tres matadores le brindaron sus primeros toros. Se cumplía así una tradición que se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando Felipe II dispuso que se celebrase anualmente un espectáculo taurino cuyos beneficios se destinarían a paliar la débil economía del Hospital General, según cuenta el vicepresidente del Centro de Asuntos Taurinos en el programa que se ha editado con motivo de esta corrida.

Pero parece que fue en 1856 cuando se celebra en la capital de España la primera gran corrida extraordinaria de Beneficencia, que se ha venido organizando desde entonces hasta nuestros días y siempre con el apoyo de la Corona española.

Es, sin duda, uno de los festejos más importantes del año, aunque ha perdido su raíz benéfica. Como dice Pedro Gómez Ballesteros, gerente del Centro de Asuntos Taurinos, "antes se organizaba a beneficio del Hospital Provincial, pero, desde hace unos años, aquí cobra todo el mundo, y la corrida se celebra para mantener la tradición histórica, y no para obtener beneficios".

Históricos han sido los triunfos conseguidos en esta corrida por algunas figuras. Manolete compareció y triunfó en varias durante los años cuarenta; Paco Camino triunfó en 1970 al encerrarse en solitario con seis toros; los aficionados aún recuerdan el mano a mano entre César Rincón y Ortega Cano de 1991; la consagración de Joselito, también en solitario, en 1993; el triunfo de Manuel Caballero ante seis ejemplares de Victorino Martín en 1998, o la demostración de poderío de José Tomás en 1999.

Ayer, un año más, la plaza de las Ventas apareció bellamente engalanada con guirnaldas, flores de papel, banderas de España y de la Comunidad de Madrid. En el palco real, don Juan Carlos, los duques de Lugo y la presidenta de la Comunidad madrileña. Lleno en los tendidos, algunos claros en las andanadas de sol, y todo dispuesto para presenciar otra gesta, otro triunfo que confirmara el calificativo de histórica de una corrida benéfica que ya no es tal.

Al final, un gran espectáculo sobre el papel que sólo respondió al buen toreo de una figura en racha de triunfos, sevillano por más señas, que responde al nombre de Manuel Jesús, El Cid.

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