Crítica:VALENCIA

Huelga por una oreja

Una huelga de hambre de 21 días, con sus 21 noches, hace ahora un año, le ha servido a Miguel Calpe para debutar en Valencia. Reivindicación a la antigua usanza, que en cierto modo aprovechó. Dos faenas de voluntad, de actitud, con un fondo de buen concepto. Pero, también, dos trabajos de oficio muy entre alfileres. A sus dos novillos los toreó Calpe con variedad con el capote, aunque en el cuarto hubiera menos lucimiento. Las tres largas de rodillas con las que saludó al primero fueron tarjeta de visita de su voluntad. Una primera faena de ráfagas, vertical casi siempre, quedó reducida por un...

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Una huelga de hambre de 21 días, con sus 21 noches, hace ahora un año, le ha servido a Miguel Calpe para debutar en Valencia. Reivindicación a la antigua usanza, que en cierto modo aprovechó. Dos faenas de voluntad, de actitud, con un fondo de buen concepto. Pero, también, dos trabajos de oficio muy entre alfileres. A sus dos novillos los toreó Calpe con variedad con el capote, aunque en el cuarto hubiera menos lucimiento. Las tres largas de rodillas con las que saludó al primero fueron tarjeta de visita de su voluntad. Una primera faena de ráfagas, vertical casi siempre, quedó reducida por un feo y trasero bajonazo. Encontró mejor las distancias con la derecha, más aturullado cuando manejó la izquierda. A favor de corriente, contó con muchos partidarios en el tendido, la gran voluntad que puso en el cuarto superó el acierto. Esta vez hubo dignidad al matar y el espadazo final le facilitó el premio.

Segovia / Calpe, Rodríguez, Cerezos

Novillos de Carmen Segovia, correctos de presentación y nobles. Miguel Calpe: vuelta y oreja. Alejandro Rodríguez: saludos y saludos tras aviso. Sergio Cerezos: silencio tras dos avisos y silencio tras dos avisos. Plaza de Valencia, 8 de mayo. Casi media entrada.

En una novillada mansita, noble pero con posibilidades, no pudieron saldar en positivo ni Alejandro Rodríguez ni Sergio Cerezos. Aunque con una clara diferencia a favor del segundo. En éste, Rodríguez saludó con dos faroles de rodillas. En la muleta se puso demasiado cerca. Un poco de agobio. No remató faena, que pareció quedarse a mitad. Sólo intentó. En el quinto tampoco logró ordenar, aunque en esta ocasión dibujara aceptables derechazos. Con todo, una faena salpicada. Emborronada con un desarme y algunos enganchones.

Sergio Cerezos no ordenó sus ideas ni en el tercero ni en el sexto. En este caso la voluntad sirvió de poco. Muy embarullado, tanto en el tercero como en el último. Con la espada, un mitin: coleccionó hasta cuatro avisos.

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