SOMBRAS NADA MÁS | Rafael Lozano, médico

Retrato del colegiado número 10.265

El hombre. Rafael Lozano, doctor en Medicina Interna, colegiado 10.265 del Colegio de Médicos de Madrid, nació en Valladolid en 1928. Tiene dos maneras de mirar, simultáneas: sonriente y preocupado. Debe ser agnóstico, pero su colega el cirujano José Toledo cree que es "un médico científico que se vale de la ciencia más moderna para llegar a lo que comúnmente llamamos el alma de las personas". Es de una generación de grandes médicos, como el mencionado Toledo, y de él se habla con la unción con que uno se refiere a los sabios. Su padre era uno de los grandes puericultores de Valladolid....

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El hombre. Rafael Lozano, doctor en Medicina Interna, colegiado 10.265 del Colegio de Médicos de Madrid, nació en Valladolid en 1928. Tiene dos maneras de mirar, simultáneas: sonriente y preocupado. Debe ser agnóstico, pero su colega el cirujano José Toledo cree que es "un médico científico que se vale de la ciencia más moderna para llegar a lo que comúnmente llamamos el alma de las personas". Es de una generación de grandes médicos, como el mencionado Toledo, y de él se habla con la unción con que uno se refiere a los sabios. Su padre era uno de los grandes puericultores de Valladolid. Con él alcanzó la vocación de curar. De él se cuentan muchos diagnósticos; el más curioso es el que hace a partir del abuso mundial de los zapatos.

La vocación. "Mi padre tenía una consulta y además enseñaba salud en tiempos de la República. Yo le acompañaba a pueblos donde aún no había habido Renacimiento. La Universidad de Valladolid era importante, y mi padre estaba haciendo nacer una nueva puericultura. El franquismo lo cercenó; en realidad, el franquismo trató de impedir en España las tres revoluciones que había tenido Occidente. Se trataba entonces de bajar la mortalidad infantil, y fíjate, la mortalidad infantil se podía bajar simplemente enseñando a la gente a lavarse las manos".

Curar. "Cuando terminó la guerra, la Universidad de Valladolid se quedó desierta, pero en la Facultad de Medicina se quedó don Misael Bañuelos, pon el don, era Don Misael Bañuelos, de quien se decía que había venido con el termómetro bajo el brazo. Medicina Interna. En la sala San Luis del hospital había separado a los tuberculosos de los histéricos... De él aprendí una visión general de la salud, el arte de ver la salud en el conjunto".

¿Qué nos pone malos? "Una dejación del estado de salud: recibimos agresiones, por lesión, por la química, por el aire, por el agua, por el modo de pensar. Nuestro pensamiento tiene un nivel importante en nuestra condición de salud. Sí, si odias puedes tener mala salud. Del mal pensar, en general, se acaba generando una mala condición de salud. Y malpensar es pensar en la desunión, lo contrario del amor, que es la unión; de hecho, cuando uno se enamora está mejor de salud. Pensar bien lleva a una vida más sana". La vida que hacemos. "La sociedad vive al borde del desquicio, en una orientación muy equivocada: es el camino del individualismo; hemos equivocado el individualismo, lo que es el individuo, para hacerlo abrazar la desunión. ¡No hay nadie que te sujete la puerta en el metro, coño! Y la insolidaridad es fuente de enfermedad física. Imagínate las descargas negativas de adrenalina que se producen en las aglomeraciones. La salud hace recuperar la armonía que se perdió. La salud tiene una energía gigantesca hacia la estabilización. Y la armonía es arte puro, la salud es un rasgo de arte".

La salud. "Un amigo me dijo que una paciente mía le había dicho: 'Me dio un abrazo ayer que me curó'. Quizá a eso debemos aspirar. La medicina hasta hoy parece estar basada en la enfermedad; los médicos adoran el templo de la enfermedad, que son los hospitales, y son sujetos muy peligrosos los adoradores del templo de la enfermedad. La medicina debiera ocuparse también de la salud, y ésa la ignora".

Zapatos. "Ah, mi teoría de los zapatos. No es mía, la cuento. Vivimos en un mundo en el que durante siglos hemos estado recibiendo vibraciones en el cerebro: el suelo es duro, los zapatos tienen también la suela dura. Eso produce una explosión, cada vez que caminas estás sometido a una onda de estrés mecánico; cuantos más años, menos amortiguaciones en los discos de la columna, y esas ondas nos llegan al cerebro produciendo microestreses mecánicos que, repetidos, dañan la estructura cerebral".

Mantenerse. "Me mantengo bien. Alimentación saludable, dos paseos con sentido (es decir, para ir a algún sitio concreto, la cinta es un mal pensamiento), respirar el mejor aire que puedo, y trabajar con gusto y provecho. Y pensar bien".