Necrológica:

El espejo donde nos miramos

Matías Prats fue el gran maestro que todos tuvimos y el espejo donde todos nos miramos. Para mí fue un hombre de radio completo, aunque desplegara su labor en dos aspectos concretos, el fútbol y los toros. Pero la fuerza y la calidez de su voz, y sobre todo su capacidad de improvisación, su memoria de elefante y su elocuencia es todo un ejemplo a seguir. A mí me examinó, y fue el que me dio el definitivo espaldarazo en esto de la radio. Se ganó con todo derecho todos los premios a lo largo de una larga vida en éxitos y reconocimientos. Para nuestro gran maestro, el mejor de los galardones es q...

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Matías Prats fue el gran maestro que todos tuvimos y el espejo donde todos nos miramos. Para mí fue un hombre de radio completo, aunque desplegara su labor en dos aspectos concretos, el fútbol y los toros. Pero la fuerza y la calidez de su voz, y sobre todo su capacidad de improvisación, su memoria de elefante y su elocuencia es todo un ejemplo a seguir. A mí me examinó, y fue el que me dio el definitivo espaldarazo en esto de la radio. Se ganó con todo derecho todos los premios a lo largo de una larga vida en éxitos y reconocimientos. Para nuestro gran maestro, el mejor de los galardones es que la saga de los Prats continúa en su hijo Matías, que encontró en su padre un guía y un maestro.

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Hoy hemos recordado antiguas intervenciones de este gran señor de las ondas en Protagonistas, y hemos vuelto al asombro, al extraer de nuestra fonoteca, una curiosa retransmisión realizada por el Maestro, de un hipotético partido de fútbol entre los políticos de la transición. Todo un prodigio de agilidad, donde la voz de Matías una vez más nos hizo ver, con los ojos de la imaginación, lo que estaba sucediendo en ese estadio virtual.

Matías fue un artista de la palabra, que siempre sorprendía, y cuando no pasaba nada en el estadio o en el ruedo, con una finta verbal, nos abrumaba con todo tipo de datos, anécdotas y curiosidades del pasado, porque tenía muy claro que su deber era conquistar la atención del oyente, agarrarlo amistosamente al oyente por las orejas y tenerlo pendiente de su narración.

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