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Los celos como administrar veneno

La capacidad de amar y de renuncia de algunas personas no dejaba de sorprenderla. Marta sabía que ella no era "tan buena" como muchos de sus amigos y, sobre todo, como su pareja. De hecho, le molestaba hasta ideológicamente pensar en renunciar a algo que quería hacer "por otro". Nunca había tenido esa vocación de sacrificio de la cual su madre tan orgullosa se sentía y que en su familia era condición inexcusable para parir hijos (quizás por esa razón ella no los tenía). Sin embargo, lo que había traído el tema a su cabeza no era una decisión tan trascendente. Sus compañeros de oficina de su tr...

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La capacidad de amar y de renuncia de algunas personas no dejaba de sorprenderla. Marta sabía que ella no era "tan buena" como muchos de sus amigos y, sobre todo, como su pareja. De hecho, le molestaba hasta ideológicamente pensar en renunciar a algo que quería hacer "por otro". Nunca había tenido esa vocación de sacrificio de la cual su madre tan orgullosa se sentía y que en su familia era condición inexcusable para parir hijos (quizás por esa razón ella no los tenía). Sin embargo, lo que había traído el tema a su cabeza no era una decisión tan trascendente. Sus compañeros de oficina de su trabajo anterior habían decidido reunirse una noche para charlar y verse las caras. Era un grupo humano fantástico y Marta los quería mucho a todos. El tema se complicó cuando Rafa, su actual pareja, la invitó a tomar un café y con expresión de pocos amigos le pidió específicamente que no fuera a esa reunión. Ella sabía la razón, entre la gente invitada estaba Antonio, un muchacho con el que había tenido un fugaz encuentro amoroso. Rafa lo sabía porque ella en su momento se lo había contado y ahora estaba haciendo un ataque de celos. ¿Debería ella renunciar a aquella invitación, que por otra parte no era tan importante, para complacer a Rafa? ¿O sería claramente más sano ayudar a que él entienda lo absurdo de sus celos y soportar el riesgo de un enojo o lo desagradable de hacer doler a quien uno ama?

Los cocineros de mucha experiencia usan un hongo de vivos colores de India que entraña grandes peligros si se utiliza sin cautela

Los celos eran ciertamente una complicación dentro de las relaciones de pareja. Ella no era demasiado celosa, pero recordaba con claridad algún, a la distancia ridículo, reclamo de su parte en algunos momentos de sus parejas, incluso con Rafa. Marta pensó en consultar palabrasalacarta.com junto con él, pero lo descartó. Ya había decidido que esta experiencia de Internet era propia y quería agotarla como había empezado.

Así que al llegar a la casa se sentó sola frente al ordenador y allí escribió

CELOS

Los celos son siempre la expresión de un problema del celoso y nunca una expresión de su amor o su interés. Sean la manifestación de un deseo de ser el elegido o la elegida, o la materialización de sus inseguridades o la primera señal de su deseo de poseerme como si fuera una propiedad, los celos no construyen, amenazan.

Cientos de parejas juegan con los celos, como manera de expresar deseo, sin llegar a hacer de eso un problema. Habrá que tener cuidado cuando uno juega con cosas peligrosas.

En India hay un hongo de colores muy vivos y aspecto apetitoso que, a pesar de ser venenoso, se utiliza como condimento. Lo usan solamente los cocineros de mucha experiencia porque ese polvito anaranjado entraña grandes peligros si se lo emplea sin cautela. Una pequeñísima cantidad incorporada a la comida consigue darle a ésta un sabor excepcional y muy especial. De hecho, nada puede igualar la particularidad de su influencia. Sin embargo, apenas un poquito de más, hace que la comida se vuelva tóxica y se arruine su aroma y su sabor. Un poco más aún, el equivalente de una cucharada de café, puede transformar el plato más saludable en un veneno mortal.

Así son los celos. Una pequeñísima cantidad, administrada con absoluta conciencia, puede darle a la relación un sabor y un aroma maravillosos. Un poco más puede volver tóxicas a las relaciones y lastimar lo que quieres cuidar.

Y un descuido en su administración puede envenenar hasta la muerte a la mejor relación amorosa, sea una pareja, una amistad o cualquier otro vínculo.