Crítica:Feria de Santander | LA LIDIA

Brinda, que algo queda

Entre las piquiñuelas de los artistas con coleta está el brindis. El brindis al respetable caldea, alborota y fraternaliza. Brinda, que algo queda, es el lema. El Juli se confundió, brindó su primero y le premiaron en el 6º. Le guardaron el brindis a pesar de negarse a poner las banderillas y eso que se lo pidieron. La sosería con la que actuó en su 1º la cambió por la variedad. En la tauromaquia de El Juli sobra variedad y faltan verónicas. Con la muleta, el de El Ventorrillo se puso a embestir sin agobiar ni molestar. Aprovechó El Juli la ocasión para pegar un sainete de pases por ambos pito...

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Entre las piquiñuelas de los artistas con coleta está el brindis. El brindis al respetable caldea, alborota y fraternaliza. Brinda, que algo queda, es el lema. El Juli se confundió, brindó su primero y le premiaron en el 6º. Le guardaron el brindis a pesar de negarse a poner las banderillas y eso que se lo pidieron. La sosería con la que actuó en su 1º la cambió por la variedad. En la tauromaquia de El Juli sobra variedad y faltan verónicas. Con la muleta, el de El Ventorrillo se puso a embestir sin agobiar ni molestar. Aprovechó El Juli la ocasión para pegar un sainete de pases por ambos pitones sin arte ni parte que todos temieron lo peor. Ni un solo olé se escuchó en el tiempo que el madrileño dedicó a intentar el toreo. La música, sí. La música está con la patronal, que para eso la contrata. Sólo cuando se puso encimista, ventajista y folclórico, el delirio ocupó los tendidos. En vez de multarle por dejar escapar sin torear un toro artista, le dieron las dos orejas. Los juligan volvieron a sonreír, a hincharse de orgullo. No es para menos. La campaña que lleva su ídolo no es precisamente para tirar cohetes.

Ventorrillo / Finito, Abellán, Juli

Seis toros de El Ventorrillo, bien presentados, nobles y encastados; 2º, aplaudido en el arrastre. Finito de Córdoba: media estocada (silencio); pinchazo, estocada trasera (saludos). Miguel Abellán: pinchazo, estocada trasera (oreja); pinchazo, estocada -aviso- descabello (ovación y vuelta). El Juli: estocada trasera (ovación y saludos); estocada (dos orejas). Plaza de toros de Santander, 29 de julio. 7ª de feria. Lleno.

Abellán también brindó. No dudo en hincar rodillas en tierra en alas del galerismo. Con tanta galería, el segundo de la tarde, quizás el toro más importante del encierro, quedó sin faena. Tan fuera de cacho interpreta Abellán su torería que en una de esas el toro se cruzó en su camino y le pegó un volteretón de los de aúpa. Abrevió. La gente, acordándose del brindis, le premió. En su segundo, quizás mermadas sus facultades, anduvo desconcertado sin poner orden ni concierto en lo que hacía. Por adornarse con la muleta una vez el toro echado tras la estocada, éste se incorporó prendiendo al maestro y le levantó a dos metros del suelo. El costalazo fue mayúsculo. La afición, compungida, le premió con dos vueltas al ruedo.

Finito de Córdoba no brindó. Él no está para esas cosas. Es un torero de otra galaxia. El de Sabadell se hizo presente mediada la segunda parte del último tercio de su segundo toro. Le bastaron dos series de redondos para justificar su presencia en la feria. Sin necesidad de ajustarse ni de cargar la suerte. Pasado el trance se diluyó hasta volver a desaparecer. Al que abrió festejo no quiso ni verlo, se limitó a trastearlo a una distancia cercana al infinito.

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