Crítica:ZARZUELA | 'La eterna canción'

Aire fresco

De Pablo Sorozábal es imposible poner en duda su gran originalidad en el tratamiento de la zarzuela. La eterna canción, estrenada en Barcelona en 1945, lo corrobora. Con libreto de Luis F. de Sevilla, adaptado con agilidad para esta ocasión por Ángel Facio, se ha presentado anteayer en el Español ante un público gozoso. El espectáculo funciona.

Funciona, en primer lugar, por la propia obra pero también porque está muy bien contada. La dirección de escena de Ignacio García da preferencia a la definición de los personajes teatralmente. Ese factor humano acaba por dominarlo todo. La...

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De Pablo Sorozábal es imposible poner en duda su gran originalidad en el tratamiento de la zarzuela. La eterna canción, estrenada en Barcelona en 1945, lo corrobora. Con libreto de Luis F. de Sevilla, adaptado con agilidad para esta ocasión por Ángel Facio, se ha presentado anteayer en el Español ante un público gozoso. El espectáculo funciona.

Funciona, en primer lugar, por la propia obra pero también porque está muy bien contada. La dirección de escena de Ignacio García da preferencia a la definición de los personajes teatralmente. Ese factor humano acaba por dominarlo todo. La suave comicidad y los sentimientos naturales salpican un retrato de época -la posguerra- en el que se cuela continuamente una sensación de melancolía. Los personajes se mueven con sus emociones a cuestas en una escenografía que combina eficacia y poesía. La terraza con sus flores, la atmósfera del café-cantante, la misma comisaría son definidas con transparencia y una capacidad de sugerencia desde la sencillez. Los espacios permiten que los actores-cantantes vivan. Y éstos no desaprovechan la ocasión. Millán Salcedo está, en ese sentido, inmenso. Le ha cogido el pulso a la zarzuela y su presencia, en cierta medida, empuja el espectáculo hacia adelante. Con comicidad de primerísimo nivel se mueve también Beatriz Díaz y a su lado resplandece la sensibilidad de Amanda Serna o la energía juvenil de Javier Galán. Se hacen querer todos. Excelente asimismo Pep Sais y no digamos Tony Cruz. Hasta un personaje secundario como el de José Luis Santos muestra una personalidad imprescindible en la composición global de un sainete en el que no faltan ritmos de pasodoble, danzón o fox lento.

La eterna canción

De Pablo Sorozábal. Dirección musical: Manuel Gas. Dirección de escena: Ignacio García. Con Enrique Baquerizo, Millán Salcedo, Amanda Serna, Beatriz Díaz, Javier Galán, Francisco Vas, Pep Sais, Tony Cruz, José Luis Santos y Zorion Eguileor. Teatro Español. Madrid, 15 de julio.

Dirige Manuel Gas una orquesta más convincente en la cuerda que en el viento, pero que, en cualquier caso, contribuye adecuadamente a crear el clima apropiado para la representación. En el papel que ahora asume Enrique Baquerizo otro Manuel Gas, el padre, participó en el estreno hace casi 60 años de La eterna canción. Esta vinculación afectiva seguramente haya influido de forma decisiva en el ambiente cálido de trabajo que se percibe. El nuevo Español de Mario Gas, después de deslumbrar con dos espectáculos importados, el de Wilson y el de Strehler, ha salido más que airoso de su primera producción propia. La recuperación del título y su soporte artístico han valido la pena.

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