Crítica:FERIA DE SAN ISIDRO

Espectáculo circense

El público se lo pasó bien, lo cual es importante, pero el espectáculo dejó mucho que desear, que no es algo baladí. Los toros, mal presentados y desmochados más que despuntados. No se duda de que un caballo es un animal valioso, pero este es un espectáculo de riesgo que no debe ser desnaturalizado hasta extremos que ronden la caricatura. Además, toros mansos hasta el punto de huir de su propia sombra, lo que deslució sobremanera el espectáculo. Hora es de que las empresas se planteen cambiar las ganaderías para rejones a la vista de los resultados de algunas. La de ayer fue una mansada espect...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El público se lo pasó bien, lo cual es importante, pero el espectáculo dejó mucho que desear, que no es algo baladí. Los toros, mal presentados y desmochados más que despuntados. No se duda de que un caballo es un animal valioso, pero este es un espectáculo de riesgo que no debe ser desnaturalizado hasta extremos que ronden la caricatura. Además, toros mansos hasta el punto de huir de su propia sombra, lo que deslució sobremanera el espectáculo. Hora es de que las empresas se planteen cambiar las ganaderías para rejones a la vista de los resultados de algunas. La de ayer fue una mansada espectacular. En consecuencia, los caballeros tuvieron que trabajar de lo lindo en tarde incómoda y no se encontraron ni con el temple ni el reposo necesarios.

De la Puerta / Hernández, Montes, Galán

Toros despuntados para rejoneo de Julio de la Puerta, mal presentados, muy mansos y descastados. Leonardo Hernández: rejón que descorda al toro (silencio); rejón (oreja). Álvaro Montes: rejón trasero y un descabello (vuelta); rejón (dos orejas). Salió por la puerta grande. Sergio Galán: rejón caído (oreja); pinchazo y rejón (oreja). Salió por la puerta grande. Plaza de las Ventas, 22 de mayo. 2ª corrida de rejoneo. Casi lleno.

Hubo espectáculo, eso sí, pero poco toreo si por éste se entiende el dominio, el temple, la suavidad y la ortodoxia a la hora de reunión, que obliga a clavar al estribo y no a la grupa. Hubo cabriolas y carreras variadas, pero fallos, también, con los rejones y banderillas y demasiadas pasadas en falso.

El maduro y eficaz Leonardo Hernández vivió una tarde desigual. Poco afortunado en su primero, dominado, quizá, por la responsabilidad, se le vio atropellado y exagerado en las formas, aunque se lució en un par de banderillas a dos manos que, a la postre, fue lo mejor de su actuación. Solicitó poner banderillas cortas cuando los clarines habían anunciado la muerte del toro y el presidente se lo negó. Simuló la suerte, quizá enfadado, y sólo consiguió mancharse las manos de sangre. Mucho más centrado y dominador se mostró en el cuarto, manso como los demás, con el que brilló a más altura en el tercio de banderillas, que las colocó con sobriedad, y se lució, especialmente, con un excelente par a dos manos. Mató de manera fulminante y paseó una oreja.

Manso de libro era el primer toro de Álvaro Montes, y le obligó a emplearse a fondo para poder clavar rejones y banderillas. Pero Montes es un rejoneador joven y le va la marcha. Recibió al toro con la garrocha y el animal no le hizo caso. Se refugió en tablas y al rejoneador le costó un mundo alcanzar el lucimiento. Sus cabriolas calaron hondo en los tendidos y no le concedieron la oreja porque hubo más gritos que pañuelos. Más seguro y firme en el quinto, entusiasmó a los espectadores con un rejoneo quizá poco ortodoxo, pero muy vistoso. Las palmas le acompañaron durante su actuación y paseó en triunfo las dos orejas.

No le anduvo a la zaga Sergio Galán, espectacular donde los haya que trabajó a destajo con su manso primero. Cortó una oreja porque el rejón caído fue de efectos fulminantes y porque fue más efectivo que sus compañeros. Cuando salió el sexto, la plaza estaba hecha al aplauso y a Galán le aplaudieron hasta un rejón de castigo que cayó en los costillares. El toro fue el único que persiguió con codicia a los caballos, pero Galán tardó en cogerle el aire. Pasó en falso varias veces, se dejó tocar las cabalgaduras, pero no cesaron los aplausos, que se desbordaron en el tercio de banderillas. Al final, el público se divirtió de lo lindo, pero eso no es lo único importante.

El rejoneador Álvaro Montes, en las Ventas.RAÚL CANCIO
El rejoneador Álvaro Montes, en las Ventas.RAÚL CANCIO
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Sobre la firma

Archivado En