Crítica:FERIA DE ABRIL | LA LIDIA

Gotas de buen toreo de Leandro Marcos

Un torero de Valladolid que se presentaba en La Maestranza, Leandro Marcos, desgranó gotas de buen toreo, y, por momentos, excelente, en el albero sevillano. Fue una pena que no lograra rematar su faena con la espada, especialmente en el sexto, pero devolvió la alegría a una afición desesperada y doliente de aburrimiento

Marcos tiene planta de torero, de buenas hechuras, de maneras finas y elegantes, con personalidad y nada vulgar. Y esas cualidades llegan rápidamente a los tendidos. Maneja los engaños con suavidad, se coloca en el sitio adecuado, y torea según las normas clásicas.
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Un torero de Valladolid que se presentaba en La Maestranza, Leandro Marcos, desgranó gotas de buen toreo, y, por momentos, excelente, en el albero sevillano. Fue una pena que no lograra rematar su faena con la espada, especialmente en el sexto, pero devolvió la alegría a una afición desesperada y doliente de aburrimiento

Marcos tiene planta de torero, de buenas hechuras, de maneras finas y elegantes, con personalidad y nada vulgar. Y esas cualidades llegan rápidamente a los tendidos. Maneja los engaños con suavidad, se coloca en el sitio adecuado, y torea según las normas clásicas.

Aprovechó las pocas embestidas del noble sexto en largos y lentos pases por ambas manos, con el toro embebido en la muleta, e ilusionó a todos. Mató mal y todo quedó en un suspiro.

Cuadri / Millán, Robleño, Marcos

Toros de Celestino Cuadri -el 2º devuelto por manso-, bien presentados, inválidos y tullidos; 1º y 5º, descastados y sosos; nobles, el resto, y bravo el 4º. El sobrero del Conde de la Maza, bien presentado, manso y soso. Jesús Millán: media perpendicular y baja y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada desprendida (silencio). Fernando Robleño: pinchazo, media, dos descabellos -aviso- y cuatro descabellos (algunos pitos); bajonazo, tres descabellos -aviso- y un descabello (algunos pitos). Leandro Marcos: dos pinchazos, media desprendida -aviso- (vuelta); pinchazo y estocada (vuelta). Plaza de la Maestranza, 21 de abril. 7ª corrida de feria. Media entrada.

Pero había dejado su carta de presentación en el tercero, que sólo tenía un problema que el público no quiso ver: que era un inválido total que pasó más tiempo derrumbado que en pie, y es que el toreo hay que hacerlo con un toro.

A pesar de ello, el entusiasmo se desbordó. El director de la banda creyó ver el toreo resucitado cuando Marcos vació por alto las primeras y nobles embestidas y rompió jubiloso a tocar. Marcos dibujó una faena intermitente de pases aislados, templados, largos, inmensos, como un natural, una trincherilla, un pase de la firma y unos ayudados.

A la faena le faltó ligazón, le sobraron pases enganchados y, sobre todo, sobró el entusiasmo desbordado. La imagen del pasodoble torero mientras el toro estaba derrumbado en el albero queda para la historia del absurdo.

Total, que Leandro Marcos tiene clase de la buena, pero le faltaron agallas para rematar su tarde. A veces, es lo que diferencia a los buenos toreros de las figuras.

Pero, al menos, no perdió los papeles, lo que no es poco.

Porque las manos las perdieron todos los toros de Cuadri, inválidos, aunque nobles algunos, y bravo el cuarto. Suspenso sin paliativos para el ganadero onubense.

Los papeles los perdió Fernando Robleño que, sin duda alguna, no tuvo su tarde. Es más, tuvo una tarde muy mala. Primero, se afligió ante el segundo, que fue devuelto por manso ¿? tras golpearse en un burladero y embestir a oleadas. El torero dejó el mal trago a su peón Ángel L. Prados, quien dio una lección de torería. Robleño no se enmendó con el sobrero, manso y soso, y naufragó con un toreo vulgar, propio de un pegapases moderno.

No mejoró en el quinto, un toro que embestía con la cara alta y sin calidad. Cargado de dudas, colocado al hilo del pitón, no dio una a derechas y pasó un mal rato. El público le recriminó su desidia o, quizá, su impericia.

Y volvía el triunfador de la feria del pasado año, Jesús Millán, y decepcionó. Lo que son las cosas: el torero alegre y bravo de 2003 se ha vuelto triste, sin recursos y, sobre todo, muy vulgar. Sus dos oponentes, pero, sobre todo, el bravo y noble cuarto, descubrieron sus muchas carencias. No se puede emocionar toreando despegado y fuera de cacho. Brindó su primero al público para recordar gestas pasadas, pero no estuvo a la altura. Una pena...

Leandro Marcos, en su primer toro.ALEJANDRO RUESGA
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