LA S. S. de Alemania ya no es lo que era

No cabe la menor duda de que la red de seguridad social de Alemania, tejida con esfuerzo a lo largo de décadas, empieza a mostrar agujeros. Los sindicatos alemanes denuncian sin cesar que el actual Gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder está en vías de desmantelar el Estado de bienestar. Los hechos son tozudos y parecen darles la razón. Y si no que se lo pregunten a un parado de 35 años, cuyo nombre no se ha difundido, residente en la localidad de Ansbach, en la región de Franconia del Estado Libre de Baviera. El tribunal administrativo de Ansbach ha rechazado sus reclamaciones d...

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No cabe la menor duda de que la red de seguridad social de Alemania, tejida con esfuerzo a lo largo de décadas, empieza a mostrar agujeros. Los sindicatos alemanes denuncian sin cesar que el actual Gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder está en vías de desmantelar el Estado de bienestar. Los hechos son tozudos y parecen darles la razón. Y si no que se lo pregunten a un parado de 35 años, cuyo nombre no se ha difundido, residente en la localidad de Ansbach, en la región de Franconia del Estado Libre de Baviera. El tribunal administrativo de Ansbach ha rechazado sus reclamaciones de diversas prestaciones sociales. El portavoz del tribunal Peter Burgdorf declaró que el parado, que percibe una ayuda social del Estado de 287 euros al mes, exige ante la justicia que la asistencia social le financie cuatro visitas mensuales a un burdel de Núremberg por un importe de 125 euros cada una, más gastos de desplazamiento y de condones. Por añadidura, el parado reclama el pago de ocho películas pornográficas, más una serie de utensilios necesarios para la masturbación, como una muñeca hinchable por la módica suma de 2.500 euros en total. "Tengo necesidad de visitar los burdeles para reencontrar mi equilibrio psíquico y físico", sostiene el demandante, y argumenta tener unas necesidades sexuales considerables. Su situación se ve agravada por el hecho de que su legítima esposa vive en Tailandia junto con su hijo y no puede hacer uso del débito conyugal desde que hace dos años regresó a Alemania procedente del país asiático. El demandante es, sin duda, una persona inasequible al desaliento. La demanda rechazada la presentó después de que el Ministerio alemán de Asuntos Exteriores le negase el pago de un billete a Tailandia para visitar a su esposa. No cabe duda: Alemania no es lo que era. El verano pasado se conoció el caso de Rolf John, un alemán de 64 años que disfrutaba en las playas de Miami de la ayuda social que se da a los menesterosos. John, al que la prensa amarilla alemana dio el mote de Florida Rolf, se convirtió en el paradigma palpable de los abusos cometidos contra la seguridad social en Alemania al conseguir que los tribunales le reconociesen su derecho a vivir en Miami porque en Alemania corría peligro de suicidarse por depresión. El Estado de Baja Sajonia se vio condenado a transferirle 1.900 euros y pagarle las prestaciones de los que perciben ayuda social. Los tiempos parecen haber cambiado y el parado de Ansbach ha tenido peor fortuna. No obstante, el fallo del tribunal de Ansbach es sólo un hito en la larga marcha de este paladín de la lucha por el derecho inalienable de una sexualidad sana a costa del Estado. Según fuentes del tribunal, el proceso de Ansbach es uno más de los más de 30 que ha iniciado el parado en su combate por el derecho al sexo pagado por el seguro.-

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