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Haroldo de Campos, el poeta inconformista brasileño

El poeta brasileño Haroldo de Campos, nacido el 19 de agosto de 1929, falleció el pasado día 16, tres días antes de cumplir 74 años, en el hospital Oswaldo Cruz de São Paulo, su ciudad natal. Su muerte dejó un vacío en el mundo artístico y literario, ya que Haroldo, que se consideraba fundamentalmente poeta, fue uno de los personajes más polifacéticos del mundo intelectual de este país.

Haroldo fue experto en semiótica y traductor de James Joyce, Borges, Ezra Pound, Goethe, Dante, y hasta de algunos libros de la Biblia, como el Génesis y el Eclesiastés. Con una característica: siempre f...

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El poeta brasileño Haroldo de Campos, nacido el 19 de agosto de 1929, falleció el pasado día 16, tres días antes de cumplir 74 años, en el hospital Oswaldo Cruz de São Paulo, su ciudad natal. Su muerte dejó un vacío en el mundo artístico y literario, ya que Haroldo, que se consideraba fundamentalmente poeta, fue uno de los personajes más polifacéticos del mundo intelectual de este país.

Haroldo fue experto en semiótica y traductor de James Joyce, Borges, Ezra Pound, Goethe, Dante, y hasta de algunos libros de la Biblia, como el Génesis y el Eclesiastés. Con una característica: siempre fue un defensor acérrimo de la traducción libre, una especie de transcripción del texto.

Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales y doctorado en Letras, Haroldo, tras haber enseñado en el extranjero como lector en las universidades de Stuttgart, Tejas y Yale, se interesó también por la música, el cine y el teatro. En este último género recreó con Gerald Thomas el Fausto de Goethe, obra en la que mezclaba referencias de James Joyce, Oswald y Mario de Andrade con el teatro de revista.

En poesía, género del que dejó 30 libros publicados, fue un vanguardista. En 1956, durante una exposición en el Museo de Arte Moderno de São Paulo, fundó, junto con su hermano Augusto de Campos y su amigo Décio Pignatari, el movimiento de poesía concreta, que rompía con las formas tradicionales de los versos, privilegiando los aspectos visuales y sonoros. Muchos disentían de su inconformismo en la creación poética, pero nadie le negó nunca que su obra había dejado una huella indeleble en la literatura brasileña.

Haroldo era un volcán de ideas, gran amigo de sus amigos, entre los que se contaron personajes como Umberto Eco, Octavio Paz y Guillermo Cabrera Infante, quien en 1996 pronunció una conferencia sobre el poeta brasileño en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo.

En aquella ocasión, el escritor cubano recordó las visitas de Haroldo a su casa, sus conversaciones sabrosas y el rechazo del poeta brasileño por los llamados best sellers. Haroldo le recordó a Cabrera Infante que ni Cervantes, ni Joyce, ni Machado de Asís fueron best sellers, pero que ellos "son la literatura".

Junto con su fama de poeta irreverente con las palabras, Haroldo, que deja viuda y un hijo, siempre se destacó por su aspecto humano, amigo de la vida y de la buena mesa, placeres de los que le costaba privarse a pesar de su diabetes y sus múltiples achaques, los cuales, juntos, se lo llevaron de este mundo. Su pasión por la música, que compartía con la de la poesía, ha hecho que lo lloraran tanto Gilberto Gil, actual ministro de Cultura, como Caetano Veloso, con quienes trabajó en mil proyectos artísticos.

Amante de las lenguas, llegó a pronunciar en griego discursos en el Oráculo de Delfos, con un auditorio aplaudiendo en pie. Y murió mientras hacía un trabajo de investigación sobre las sutilezas de la lengua egipcia.

El cuerpo del poeta fue incinerado en la zona este de la ciudad de São Paulo, acompañado por la presencia amiga de numerosas personalidades del mundo de la literatura y del arte. El cantor Caetano Veloso quiso dejar constancia, con palabras emocionadas, de que la obra del poeta era imposible concentrarla en una definición, ya que había sido "brillante, exuberante y vasta como pocas".

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