LA NUEVA U.R.S.S.

Yeltsin impone a Gorbachov la supresión del comunismo en Rusia

Yeltsin controla el Ejército y el KGB - Los dos líderes se sustituirán si hay crisis - Sellada la sede del PCUS en Moscú - Cierre de 'Pravda', el periódico comunista - Todo el Gobierno fue golpista - Zarandeado el coche de Gorbachov

El presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, contempló ayer impotente, tratando de decir algo sin que nadie le escuchara, cómo su salvador, Borís Yeltsin, firmaba un decreto en el que declaraba ilegal el Partido Comunista de Rusia, una organización de marcado carácter dogmático que participó en la gestación del golpe de Estado del pasado 19 de agosto. Ayer fue un día de revolución popular y anticomunismo en Moscú y en Rusia, que se internó así en la senda ya seguida desde 1989, con procesos más o menos violentos, por los países de Europa del Este que fueron sus aliados en el Pacto de Varsovia. ...

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El presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, contempló ayer impotente, tratando de decir algo sin que nadie le escuchara, cómo su salvador, Borís Yeltsin, firmaba un decreto en el que declaraba ilegal el Partido Comunista de Rusia, una organización de marcado carácter dogmático que participó en la gestación del golpe de Estado del pasado 19 de agosto. Ayer fue un día de revolución popular y anticomunismo en Moscú y en Rusia, que se internó así en la senda ya seguida desde 1989, con procesos más o menos violentos, por los países de Europa del Este que fueron sus aliados en el Pacto de Varsovia. En el resto de la URSS, el comunismo también se venía abajo como consecuencia directa del fracaso de la intentona militar de la burocracia del PCUS.

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El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, tuvo que intervenir para evitar que la gente tomara por asalto el edificio más odiado de todo el país, la Lubianka, sede del KGB, desde cuyos sótanos, solían decir los moscovitas, "se ven los campos de concentración de Kolimá", en el lejano oriente soviético. Gorbachov estaba de pie en la tribuna del Parlamento ruso, que pisaba por primera vez desde que Yeltsin está al mando de los destinos de la mayor república de la URSS. Frente a él había un auditorio hostil, que rechazaba su retórica y no deseaba conmoverse con el relato de sus experiencias particulares durante los tres dias que permaneció arrestado en su dacha de Forós, en Crimea. El público exigía cambios radicales y sin dilación; increpaba e interrumpía al presidente de la URSS, humillado. La sesión era retransmitida a la calle por un sistema de megafonía. Sonriente y feliz, Yeltsin anunció a la sala que, para "aliviar la tensión", iba a firmar el decreto que suspendía las actividades del PCUS e incautaba sus propiedades en territorio ruso. Iván Siláiev, su jefe de Gobierno, le tendió la pluma, y Yeltsin garabateó su nombre frente a un auditorio exaltado hasta el paroxismo. Gorbachov era la otra cara de la moneda. Algunos manifestantes llegaron a zarandear su coche cuando abandonaba la sede del Parlamento ruso.

Yeltsin exige a Gorbachov la lectura de un documento que revela el apoyo a la junta golpista de todo el Gobierno soviético nombrado por el propio GorbachovREUTERS