Opinión

Una Universidad para tod@s al servicio de la sociedad

Por este motivo, por la prepotencia y por la falta de diálogo que demostró el Ministerio de Educación en todo momento, asistimos durante el primer trimestre del pasado curso a la

mayor movilización universitaria de la democracia.

La importancia de la educación se debe a que es el mayor instrumento para la igualdad, y mediante el sistema educativo se puede avanzar hacia una transformación de la sociedad que permita la superación de las desigualdades sociales y el desarrollo de capacidades y actitudes críticas.

El sistema educativo debe de situarse al servicio de la socied...

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Por este motivo, por la prepotencia y por la falta de diálogo que demostró el Ministerio de Educación en todo momento, asistimos durante el primer trimestre del pasado curso a la

mayor movilización universitaria de la democracia.

La importancia de la educación se debe a que es el mayor instrumento para la igualdad, y mediante el sistema educativo se puede avanzar hacia una transformación de la sociedad que permita la superación de las desigualdades sociales y el desarrollo de capacidades y actitudes críticas.

El sistema educativo debe de situarse al servicio de la sociedad y en conexión con la misma. Hay que apostar por la corresponsabilidad del sistema educativo con la sociedad, y la necesidad de que la educación sea motor del cambio social.

Una política de vital importancia a la hora de garantizar la igualdad de oportunidad en el acceso a la enseñanza superior es la política de becas. Las becas son fundamentales para que tod@s l@s estudiantes, independientemente del nivel de renta familiar, puedan realizar sus estudios superiores en unas condiciones de igualdad.

La política de becas con la que contamos es claramente insuficiente e ineficiente, tal y como ponen de manifiesto los informes de la OCDE. Únicamente el 15% de l@s estudiantes universitarios reciben becas, frente a un 41% de media en la UE. Más preocupante resultan estos datos de cobertura cuando observamos como a mediados de los '90 nos encontrábamos con un 19% y a partir del año 95 esta cobertura disminuye hasta el 15% en el curso 1999-00. Estos datos obtenidos del Ministerio de Educación parecen no coincidir con los que la Ministra Pilar del Castillo intenta vender. Si insuficiente es la cobertura también lo es la cuantía de las becas, donde también nos encontramos muy alejados de la media de la UE. Pero estas becas no solamente son insuficientes, su ineficiencia es manifiesta.

Si partimos de la base de que las becas son el mecanismo a través del cual corregir las desigualdades socioeconómicas l@s estudiantes con rentas más bajas deberían ser los principales beneficiarios de este tipo de ayudas. Pues bien, únicamente el 41% de los alumnos que se encuentran en el decil de renta más bajo perciben ayudas, bajando este porcentaje al 26% en el segundo decil.

Todos estos datos ponen de manifiesto que el acceso a la educación no es igual para tod@s. Por desgracia la realidad económica, social, cultural y familiar de much@s estudiantes termina por ser el motivo por el que est@s no continúan con sus estudios.

Por último destacar la última actuación del Ministerio en materia de becas. La supresión de 8.000 becas compensatorias para estudiantes que habían sido beneficiarios de ellas durante el anterior curso. Con medidas de este tipo se está olvidando el esfuerzo que hacen las familias de esos 8.000 alumnos para que puedan ir a la Universidad, y se pone en peligro la continuidad de los estudios de muchos de esos estudiantes.

Esta situación no es fruto de la casualidad ni de una política desafortunada de becas. Responde a una forma de entender la universidad y el sistema educativo. El modelo del Partido Popular no se preocupa por garantizar a tod@s las mismas oportunidades, ni se preocupa de intentar compensar las desigualdades existentes. En esta apuesta por la elitización y por limitar el acceso al sistema educativo se enmarcan las políticas de becas, y las reformas como la LOU y la segregadora Ley de Calidad.

Una educación de calidad supone apostar por una educación cuyo principal objetivo consista en asegurar, a todos y cada uno de los alumnos y alumnas, el logro de unos aprendizajes que les permitan formarse como personas capacitadas para participar autónoma y críticamente en el marco de una sociedad democrática. Se trata pues de una concepción de la calidad asociada ineludiblemente al principio de igualdad de oportunidades en el acceso, en el proceso y en los resultados; porque un sistema educativo si no es para tod@s, no es de calidad.

Hay que poner remedio a esta injusticia, no es tolerable que únicamente el 12% de los hijos de padres sin estudios accedan a la universidad, frente a un 72% de los hijos cuyos padres tienen estudios superiores, tal y como señalan los estudios publicados por la Profesora San Segundo. Una educación de calidad debe permitir corregir estas desigualdades a través de una política activa de becas, que rompa con la perversión del actual sistema reproductor las desigualdades existentes.

Las becas de carácter general deben tener como objetivo fundamental paliar estas desigualdades y para ello deben de modificarse los criterios de concesión de las mismas. El criterio fundamental debe de ser el económico. En la actualidad los estudiantes con escasos recursos se ven sometidos a un doble criterio de permanencia, el de la Universidad y el de la beca. En muchas ocasiones la pérdida de la beca supone tener que abandonar los estudios.

Es fundamental una equiparación con la media de la UE en materia de becas, en gasto por alumno, en financiación para la investigación, etc. para poder aspirar a tener un sistema universitario de calidad. Propuestas como las becas salario que cubran los costes directos, indirectos, y de oportunidad del estudio son las únicas que pueden contribuir a paliar la lamentable política de becas del gobierno del PP. Este tipo de becas son las que pueden garantizar que tod@s l@s estudiantes tengan las mismas oportunidades a la hora de realizar sus estudios universitarios.