Crónica:FERIA DE SANTANDER | LA LIDIA

La victorinomanía

La afición abrigaba la esperanza de ver como fin de ciclo un encierro dignamente presentado. Otra vez será.

A Victorino Martín le bastó con facturar seis toros, justos de presencia, descastados, fuera de tipo y mansos para ganar la batalla ganadera de una feria vulgar. Ante la mediocridad, la victorinomanía.

Claro, que el señor Martín contó con unas colaboraciones inestimables. La primera no estaba en el cartel, pero sí en el palco presidencial. El señor presidente, sin venir a cuento y por el artículo de marras, concedió sin que nadie pidiera o solicitara una vuelta al ruedo al ...

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La afición abrigaba la esperanza de ver como fin de ciclo un encierro dignamente presentado. Otra vez será.

A Victorino Martín le bastó con facturar seis toros, justos de presencia, descastados, fuera de tipo y mansos para ganar la batalla ganadera de una feria vulgar. Ante la mediocridad, la victorinomanía.

Claro, que el señor Martín contó con unas colaboraciones inestimables. La primera no estaba en el cartel, pero sí en el palco presidencial. El señor presidente, sin venir a cuento y por el artículo de marras, concedió sin que nadie pidiera o solicitara una vuelta al ruedo al cuarto, un manso pregonado y rajado. No se pueden dar pistas. Cuánto personal hay que mira pero no sabe ver. También se puede pensar mal.

Victorino / Esplá, Padilla, Encabo

Toros de Victorino Martín. Justos de presencia, fuera de tipo, descastados y mansos. Luis Francisco Esplá: pinchazo, estocada (ovación y saludos); media ladeada (oreja). Juan José Padilla: bajonazo delantero (ovación y saludos); pinchazo, estocada caída, descabello (aplausos). Luis Miguel Encabo: delantera haciendo guardia, dos descabellos (silencio); pinchazo y media atravesada (silencio). Plaza de Santander, 27 de julio. 8ª de Feria. Lleno.

La otra carta llegó por la vía de la sustitución. El rey del oficio, Luis Francisco Esplá, sustituyó al anunciado Antonio Ferrera.

El alicantino manejó tercios, tiempos y tendidos a la perfección. Luciendo los defectos del primero de la tarde se hizo aplaudir con fuerza. Al cuarto, tras ejemplar lidia, dejó al manso listo para brindar. Faena sobria, con sitio, distancia y torería. Sin ostentaciones. Magnífico.

Juan José Padilla se dejó la garganta jaleando a su primero. Quedó la duda si el animal era sordo o el diestro estaba mal colocado. Tan voluntarioso y entregado como torpe en el que hizo quinto.

Luis Miguel Encabo se estrelló contra la sosería del tercero. Quiso y no pudo con el que cerró festejo y feria. Tras sainete con las banderillas, faena sin transmisión, enganchada en exceso. No fue su tarde.

Fin de feria

Fin de feria. Las figuras fracasaron y sólo los toreros que quieren abrirse camino justificaron, a veces con entrega otras con calidad, su presencia en el circuito.

Cabe destacar, un año más, la floja presencia del ganado. En particular en las tardes en las que las denominadas figuras del escalafón hicieron acto de presencia. La afición, desvalida y sin protección, y la fiesta en manos de una presidencia sin personalidad fueron el contraste.

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