Crónica:SALAMANCA | LA LIDIA

Toros de vergüenza

¿Fueron toros de lidia los de ayer en Salamanca? No, señor, fueron toros de vergüenza. ¿De vergüenza o de desvergüenza, cabría decir? Ahí queda el dilema. En lo que no cabe discusión es en que todos los toros de Bañuelos, aparte de otras virtudes, como la sospecha de afeitado que recaía en más de uno, el aspecto anovillado de otros y la impresentabilidad del sexto, grandón, feo y horriblemente bizco, lucieron el más preclaro descaste y la más indignante invalidez. Condiciones que el menos avisado entenderá que no son consustanciales con el toro de lidia.

Con estas prendas, estrel...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

¿Fueron toros de lidia los de ayer en Salamanca? No, señor, fueron toros de vergüenza. ¿De vergüenza o de desvergüenza, cabría decir? Ahí queda el dilema. En lo que no cabe discusión es en que todos los toros de Bañuelos, aparte de otras virtudes, como la sospecha de afeitado que recaía en más de uno, el aspecto anovillado de otros y la impresentabilidad del sexto, grandón, feo y horriblemente bizco, lucieron el más preclaro descaste y la más indignante invalidez. Condiciones que el menos avisado entenderá que no son consustanciales con el toro de lidia.

Con estas prendas, estrellaron sencillamente a Javier Valverde, que tomó ayer la alternativa. Cuánto mejor le hubiera ido alternando con toreros modestos ante toros de veras. Pero pasa lo que pasa. Les hablan de alternativas de lujo y qué se le va a hacer. Claro, que lo del lujo es un decir, porque llaman lujo a cualquier cosa, como las patronas hacen con el chocolate.

Lo de ayer fue ridículo, caricaturesco e indignante. ¿Qué es lo que predomina? Pues sí, pero no le quita un ápice a cuanto tuvo de bochornoso.

Ojeda, que brindó su primero al público llevando la espada del revés, estuvo ante el toro, que, fíjense si tendría claras sus convicciones combativas, que logró irse varias veces del capotazo del matador, ¡con lo difícil que parece! Pues lo hizo. Nada como tener las ideas claras. El torero, ni las tuvo: enganchones, el toro que hocica y la emoción que se adueña de la plaza.

En el cuarto, otro tanto, ante un toro que se derrumbaba como la dama de las camelias en los sofás.

El Juli pasó como una sombra. Piden estos toros y luego se lamentan. Justo castigo a su perversidad. ¡Toma Bañuelos pal cuerpo! Banderilleó a los dos, siempre por el pitón derecho, como en él es norma, y escuchó palmas de tango (¿o fueron quizá de tongo?). Una parodia. En el quinto siguió el paripé entre protestas.

El que pagó el pato fue Valverde. No se merecía esto el día de su alternativa. Pero, visto lo visto, se veía venir. Juntarse con figuras es lo que trae.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En