Crítica:TEATRO

Un chiste

Esta comedia es un chiste. Ramón vive con la cantante de cabaré Laura (monísíma, simpática, bondadosa Victoria Vera) desde hace diez años en una habitación de hotel: tan a gusto están, que él quiere casarse, y le da un disgusto: no quiere convertirse en señora ama de casa. Pero caen: y en el segundo acto, la vida casera es horrible, la familia se les instala, los amigos van a jugar a la canasta. Gran final: lo abandonan todo y se vuelven al hotel como si no estuvieran casados, para recuperar su felicidad. Esto refleja muy bien el pensamiento -si se puede llamar pensamiento- de Miguel Mihura, q...

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Esta comedia es un chiste. Ramón vive con la cantante de cabaré Laura (monísíma, simpática, bondadosa Victoria Vera) desde hace diez años en una habitación de hotel: tan a gusto están, que él quiere casarse, y le da un disgusto: no quiere convertirse en señora ama de casa. Pero caen: y en el segundo acto, la vida casera es horrible, la familia se les instala, los amigos van a jugar a la canasta. Gran final: lo abandonan todo y se vuelven al hotel como si no estuvieran casados, para recuperar su felicidad. Esto refleja muy bien el pensamiento -si se puede llamar pensamiento- de Miguel Mihura, que murió solterón después de haber pasado las mejores tardes de su vida entre las damitas de Chicote. No va más allá. Alguna frase feliz, alguna situación ligeramente absurda, y mucho cuidado para no ir demasiado lejos.

La canasta

De Miguel Mihura. Intérpretes: Victoria Vera, Bruno Squercia, Manolo Codeso, Eva Cobo, Antonio Gallardo, Luis Perezagua, Almudena Moreno, Pilar del Río, Ignacio Gijón, Milagros Ponti, Lucía Jordán. Escenografía y figurines: Pedro Moreno. Director: Ramón Ballesteros. Teatro Fígaro. Madrid.

Se estrenó en 1955, y duró tres días: la prohibieron. Estas cosas sucedían mucho: a pesar del aprobado de la censura, una tarde iba una dama de alcurnia a ver la obra, se escandalizaba y su gran marido, general o almirante, o uno del Movimiento, la mandaba prohibir. Están claras las razones: era disolvente. Una pareja no puede vivir sin estar casada. Pero si al fin se casa, debe vivir mucho mejor y alcanzar esa felicidad que es imposible tener cuando se vive en pecado.

La comedia es un poco tonta; pero sobre todo exalta la intensa e inmensa estupidez de la censura y, sobre todo, de las damas de antaño; y mas aún, de su servilismo a los maridos. Probablemente la desaparición de esta obra no significó nada grave en las pérdidas continuas de la cultura española y su reaparición actual puede causar algún regocijo por la comedieta elegante y sencilla, por el chiste y por Victoria Vera. Pero por encima de esto se ve el tremendo destrozo del pensamiento español que estaba produciendo de otras maneras. Creo que no se ha repuesto nunca.

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