Crítica

Écheme usted toros de Ana Romero

Una buena corrida se corrió en la primera de feria, con toros terciados, más o menos bravos en los caballos, que en el último tercio no se cansaron de embestir y desarrollar casta y nobleza en grados y por tiempos. Una oportunidad real ofrecieron los toros de Ana Romero a los tres espadas que, al final del festejo, salieron a hombros en compañía del mayoral.

Óscar Higares tuvo un primer torito encastado, que humillaba y había que mandar. Lo había recibido por lances sin demasiado relieve, que pararon al burel sin apreturas. Con la muleta en la mano, el torero de Usera hizo una faena cum...

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Una buena corrida se corrió en la primera de feria, con toros terciados, más o menos bravos en los caballos, que en el último tercio no se cansaron de embestir y desarrollar casta y nobleza en grados y por tiempos. Una oportunidad real ofrecieron los toros de Ana Romero a los tres espadas que, al final del festejo, salieron a hombros en compañía del mayoral.

Óscar Higares tuvo un primer torito encastado, que humillaba y había que mandar. Lo había recibido por lances sin demasiado relieve, que pararon al burel sin apreturas. Con la muleta en la mano, el torero de Usera hizo una faena cumplidora y de momentos calientes, cuando tiró del buen toro, que tardeba un tanto, pero humillaba y no le faltaba codicia. Unos doblones de comienzo y series por los dos pitones, que el respetable aclamó siempre que el temple se hacía presente. En su segundo, Óscar Higares se fue creciendo ante el encastado y noble burel de Ana Romero, en una faena, brindada a los dos toreros locales, que comenzó y terminó con temple y armonía y que tuvo en la mano izquierda su mejor aliado, al manejar la muñeca con estilo y suave mando. El estoque no le falló, dio el pecho y echó la muleta al hocico. Una regla infalible.

Jesús Romero, en su primero realizó una faena de clásica construcción. Variada y que derramó gusto en diversos pasajes. Se había partido el burel el pitón izquierdo en el peto del caballo, y por ahí es por donde mejor embistió. Los naturales fueron largos y limpios. Las series, generosas. No se concibe del temple y arte de Jesús Romero que esté prácticamente inédito. Su segundo toro no se cansó de embestir y acudir al cite de la franela roja, que se echó enseguida a la mano izquierda, para darle hasta cuatro tandas de naturales. Pero, sin embargo, lo más destacado lo realizó al torear en redondo por el pitón derecho. A la faena le faltó un punto de reposo.

Regino Ortés salió con muchas ganas a recibir a su primer toro, al que llegó a dar tres largas cambiadas de rodillas en el tercio, después lances desiguales y el broche de una buena media verónica. Dibujó un bonito quite por gaoneras y en el último tercio toreó templado, algo frío y elegante en pases de distinta factura. Concluyó la faena a base de unas bernardinas ajustadas y se fue detrás de la espada sin dudas ni quebranto.

A su segundo, Regino Ortés le mató muy bien por arriba y le toreó por abajo con intermitencias y dudas, templado a veces, otras menos, en un trasteo de muleta voluntarioso y de pases de diferentes marcas. Le tocó en suerte otro noble, aunque con su aquello de casta, toro de la buena corrida de Ana Romero, que fue muy grato ver en el albero alcalaíno.

Esta feria no ha podido empezar con mejor pie. El público disfrutó. La afición pudo regodearse con las encastadas y nobles embestidas santacolomeñas.

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