Crónica:MÁLAGA | LA LIDIA

Cogidas de El Califa y Ricardo Ortiz

La corrida de Criado se tapó con los dos carretones y el toro simplón. Del resto, lo mejor es olvidarlo. A las primeras de cambio, la tarde se vistió de cenizo. Ricardo Ortiz había recibido al primero a porta gayola y lo había lanceado con parsimonia; el toro, alto de agujas, recibió un puyazo y Ortiz quitó pausadamente por chicuelinas. Aguantó en dos pares, apuró exageradamente el tercero y fue prendido por el muslo derecho; corbatín a guisa de torniquete en la ingle y la taleguilla, blanca, que se va tiñendo de rojo oscuro.

Todos le piden que abandone, pero el matador se niega,...

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La corrida de Criado se tapó con los dos carretones y el toro simplón. Del resto, lo mejor es olvidarlo. A las primeras de cambio, la tarde se vistió de cenizo. Ricardo Ortiz había recibido al primero a porta gayola y lo había lanceado con parsimonia; el toro, alto de agujas, recibió un puyazo y Ortiz quitó pausadamente por chicuelinas. Aguantó en dos pares, apuró exageradamente el tercero y fue prendido por el muslo derecho; corbatín a guisa de torniquete en la ingle y la taleguilla, blanca, que se va tiñendo de rojo oscuro.

Todos le piden que abandone, pero el matador se niega, dedica el brindis a Galán y se dobla por bajo para cobrar después una serie de derechazos en los que aguantó una embestida bronca y desabrida. Nueva voltereta por el pitón izquierdo, intento de serie por la derecha y, finalmente, acaba con el toro sobrándole arrestos para saludar. Ya tiene compañero El Juli, de sanatorio, de valor y de hombría.

Dávila / Ortiz, Rivera, Califa

Toros de Sancho Dávila, bien presentados, 1º peligroso; 2º, manso; 3º imposible; 5º inválido. Ricardo Ortiz, pinchazo y estocada (Oreja). Rivera Ordóñez, silencio, ovación y saludos; y silencio; José Pacheco, El Califa: estocada baja (aplausos), bajonazo (silencio). Enfermería: Ricardo Ortiz fue atendido de una cornada en el muslo derecho de pronóstico menos grave. Por otra parte, El Califa fue atendido de un golpe en la cara, de pronóstico reservado. Plaza de la Malagueta: 15 de agosto. Undécima de abono de la Feria de Málaga. Más de media entrada.

El segundo era manso de los de cocear caballos; sólo se le pudo picar tapándole la salida en chiqueros. El toro hacía guiños extraños y, al primer pase por bajo, se pegó una costalada de la que no llegó a recuperarse. En resumen, carne para incineración.

El cuarto se rajó al final de la faena, pero hubo tiempo para que, esta vez, Rivera torease bien de capa y lograra buenos momentos con la muleta, hasta que el toro fue a menos y emprendió viaje a chiqueros. Rivera recibió al sexto con buenas verónicas, primero rodilla en tierra y después abriendo el compás; falsa alarma, porque tras una vara larga y dos pares, el toro llegó a la muleta sin fuerzas, recorrido, ni nada. Cuando Rivera acabó con él, disminuyó el censo de mulas.

Lo del tercero supo a lidia antigua, porque antigua debía ser la malísima idea que el toro había mamado. Al tercer lance, empitonó al Califa y, ya en el suelo, lo tiró contra las tablas, donde se llevó un gran golpe en la cara; menos mal que la cosa quedó en susto y dolor.

Tras una larga puya y un tercio de banderillas complicado, llegó a la muleta con un pitón derecho realmente difícil, pero lo que no se podía esperar era que disparase con el izquierdo. El Califa lo macheteó por bajo, mientras el toro hacía por él, y dio buena cuenta del marrajo que no mereció más que una estocada inmisericorde. El quinto toro era blando de despatarrarse y, cuando estaba de pie, tiraba la cabeza arriba. Todo ello fue consecuencia de su poca fuerza y de una manifiesta invalidez que no debió ser admitida, de ningún modo, por la autoridad.

El Califa recibió un golpe brutal en la cara durante la lidia de su primer toro.EFE

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