Crónica:FERIA DE MÁLAGA | LA LIDIA

La seriedad torera de Jesulín de Ubrique

Un Jesulín la mar de serio, no sólo en el gesto, sino en su labor torera. Con decir que hasta apuntó el lance a la verónica, de verdad que sí. Es cierto que no pudo evitar vaciar la embestida hacia afuera, pero de todas formas media una gran distancia entre el ex coleccionista de lencería femenina y el torero que ayer hizo el paseíllo. La faena del segundo fue a derechas, excepto una última serie no muy natural. Hay que resaltar la buena calidad general y alguna serie que sobresalió. En el quinto volvió a manejar bien el capote, cuidó la lidia y empezó la faena por bajo, de pie, con unos mulet...

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Un Jesulín la mar de serio, no sólo en el gesto, sino en su labor torera. Con decir que hasta apuntó el lance a la verónica, de verdad que sí. Es cierto que no pudo evitar vaciar la embestida hacia afuera, pero de todas formas media una gran distancia entre el ex coleccionista de lencería femenina y el torero que ayer hizo el paseíllo. La faena del segundo fue a derechas, excepto una última serie no muy natural. Hay que resaltar la buena calidad general y alguna serie que sobresalió. En el quinto volvió a manejar bien el capote, cuidó la lidia y empezó la faena por bajo, de pie, con unos muletazos en los que el toro circulaba alrededor de la faja. Después de una serie de derechazos, se colocó entre los pitones y toreó al natural, lo que no es poco. Siempre con la pierna interior del lance ante el hocico aguantó una embestida que el toro se reservaba y fue a menos, eligiendo la cercanía para prolongarla. Jesulín estuvo, con valor, en torero.

Rojas / Ponce, Jesulín, Finito

Toros de Gabriel Rojas: flojísimos; el 3º, sobrero de Gerardo Orega; Enrique Ponce: pinchazo, estocada traser desprendida (ovación); dos pinchazos -aviso-, pinchazo, descabello (ovación y saludos). Jesulín de Ubrique: estoca (oreja); estocada honda desprendida (ovación y saludos). Finito de Córdoba: tres pinchazos -aviso-, pinchazo, tres descabellos (silencio); estocada (silencio). Plaza de la Malagueta, 8 de agosto, 4ª de abono. Más de media entrada.

El primero de Ponce fue gordo, sin fuerzas, de nula acometividad y media arrancada al paso; y cuando pasaba, se caía. Según pasaba, daba tiempo a ir a por tabaco y volver. Con semejante material pasó inadvertida la maestría de Ponce, cuando no quedó desairada. Nadie se explicó del todo por qué no se devolvió al cuarto, de bastante más peso que trapío y renco perdido. Cuando la situación se deterioraba, Ponce consultó al pueblo si lo mataba, dividiéndose las opiniones; prevaleció el voto de calidad del valenciano, que no quiso perderse torear aquel bondadoso zapatito, en cuya lidia mucho público encontró gran placer, ya que todo lo hizo como si delante hubiera tenido un toro.

Finito de Córdoba, nacido en Sabadell, se ve que da trabajo a muchos paisanos cada vez que encarga una muleta a los telares de esa localidad. Pase lo del telón, pero no tiene perdón el tostonazo. La caballería pasó por las armas al sobrero, tapándole la salida, y llegó a la muleta suavizado. Los minutos pasaban cuajados de derechazos puntuados en el pico, que Finito prodigaba sin temor de Dios ni consideración a su bondad. Alguien se planteó entonar cantos penitenciales para ver de ablandar entrañas tan duras, más no cuajó la idea. En el sexto tampoco tuvo su día. Era noche cerrada y la luz artificial invitaba al descanso, que por fin llegó.

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