Crónica:CASTELLÓN

Todos contentos

Salieron todos contentos. Los que lo hicieron en hombros de los capitalistas y los que no tuvieron más remedio que hacerlo por su propio pie, pues no habían contraído más mérito que estar allí fuera de feria. Se había dado la vuelta al ruedo al último novillo, más que por la condición del burel por premiar el conjunto de la noble y encastada novillada, que posibilitó el triunfo de este mano a mano entre los espadas César Jiménez e Iván García.

Aunque fue precisamente el uso de las tizonas lo que impidió que convencieran del todo y el público se volviera mico.

El espectáculo se de...

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Salieron todos contentos. Los que lo hicieron en hombros de los capitalistas y los que no tuvieron más remedio que hacerlo por su propio pie, pues no habían contraído más mérito que estar allí fuera de feria. Se había dado la vuelta al ruedo al último novillo, más que por la condición del burel por premiar el conjunto de la noble y encastada novillada, que posibilitó el triunfo de este mano a mano entre los espadas César Jiménez e Iván García.

Aunque fue precisamente el uso de las tizonas lo que impidió que convencieran del todo y el público se volviera mico.

El espectáculo se debió y mucho a los novillos enteros y verdaderos, pues de igual romana los lidiaron aquí, que no toreado, algunos llamados figuras y ni fu ni fa. Eso quieren serlo con ansias ambos chavales y a ello se pusieron. Más templado y dominador Jiménez, pupilo de Vitorino Martín. Más bullidor, aunque atropellado a veces, García.

Jiménez mostró repertorio con el capote. Lució en su primero a la verónica con los pies atornillados al albero. Lo hizo de hinojos en su segundo e instrumentó un quite por talaveranas de emoción. Con la muleta estuvo templado y sobre todo ligando los pases. Con el tercero, de lo mejorcito del encierro, junto con el quinto, toreó por circulares con mando en plaza.

Iván García maneja con soltura y también con variedad el capote, y facilísimo con los palitroques. Par hubo que puso al quiebro y lució especialmente en el que cerró plaza. Con la franela tendrá que templarse para no salirle enganchado el engaño. Mucho más entonado estuvo en el sexto, con el que se embraguetó y consiguió limpios muletazos. En éste fue el estoconazo que metió hasta las cintas, con lo que puso digno colofón a un mano a mano con puerta grande para los protagonistas; novilleros y criador.

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