Crítica:TEATRO MUSICAL

Un espectáculo colosal

En La pantera imperial se rinde homenaje a Bach. Carles Santos actualiza a Bach desde la propia concepción musical. Lo hace con un inmenso respeto, y tal vez por ello se permite alguna irreverencia, matizada siempre con un fondo de ternura. Santos es un musicazo, en su doble faceta de compositor e intérprete, y eso se nota. Lo meritorio es que, siendo un espectáculo de enorme fidelidad a Bach, no pierde un ápice de lo más característico de la estética de Santos. La extraña pareja Bach-Santos funciona, de hecho, maravillosamente. Se vive a Bach a golpe de orgasmo, o de zapateado, o de ju...

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En La pantera imperial se rinde homenaje a Bach. Carles Santos actualiza a Bach desde la propia concepción musical. Lo hace con un inmenso respeto, y tal vez por ello se permite alguna irreverencia, matizada siempre con un fondo de ternura. Santos es un musicazo, en su doble faceta de compositor e intérprete, y eso se nota. Lo meritorio es que, siendo un espectáculo de enorme fidelidad a Bach, no pierde un ápice de lo más característico de la estética de Santos. La extraña pareja Bach-Santos funciona, de hecho, maravillosamente. Se vive a Bach a golpe de orgasmo, o de zapateado, o de juguetona lucha de pianos y pianola, o de abandono de lo superfluo. Se vive a Bach desde el teclado y desde el vertiginoso ritmo de una compañía teatral compacta. El espectáculo es colosal. Tiene imaginación, sensualidad, humor a medio camino entre la ironía y la melancolía.

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