El actor Albert Vidal incluye una vaca y serpientes en su nuevo montaje
Recién llegado de Ulan Bator (Mongolia), donde ha realizado varias grabaciones de canto con la orquesta nacional del país y ha puesto piso, el inclasificable artista catalán Albert Vidal regresa la semana próxima al panorama teatral español con una propuesta radical y sorprendente que incluye un faquir, serpientes, música techno, un pinchadiscos y una vaca, aparte de él mismo, claro. El espectáculo se titula El despertar de la serpiente y se presentará en Bac-Art, una sala independiente de la población barcelonesa de Roda de Ter, el viernes día 30 a las once de la noche. Hay plan...
Recién llegado de Ulan Bator (Mongolia), donde ha realizado varias grabaciones de canto con la orquesta nacional del país y ha puesto piso, el inclasificable artista catalán Albert Vidal regresa la semana próxima al panorama teatral español con una propuesta radical y sorprendente que incluye un faquir, serpientes, música techno, un pinchadiscos y una vaca, aparte de él mismo, claro. El espectáculo se titula El despertar de la serpiente y se presentará en Bac-Art, una sala independiente de la población barcelonesa de Roda de Ter, el viernes día 30 a las once de la noche. Hay planes para que luego llegue a un teatro de Barcelona.
¿Una vaca, Vidal, con lo que está cayendo? 'Bueno, la parte central de la obra es un concierto de música telúrica , pero estará precedido por esa vaca a la que caracterizaré como vaca sagrada, adornada como en India, con flores y tal, porque me parece importante recalcar sus significados simbólicos, recordar, precisamente ahora, toda su fuerza atávica'. Además de la vaca, 'cuento con el faquir Kirman, que viene con todas sus serpientes, y al que incorporo a la historia como personaje'. El faquir realizará una exhibición de tragar y escupir fuego mientras Vidal canta una de sus piezas, la de 'magma telúrico'.
Vidal, que no se arredra ante nada, manipulará también personalmente, dice, a la gran pitón de Kirman, de 40 kilos. La obra cuenta, además, con el chill-out y la colaboración de un percusionista, Jordi Racó, y el sintetizador de Sabo Naban. El despertar de la serpiente se rodea de gran aparato: un escenario de 15 por 10 metros, proyecciones de vídeo, láser y hasta un pinchadiscos, Richy, especialista en música ambient. La pieza en sí dura una hora y 20 minutos.