Crónica:CLÁSICA

Grandes solistas

Hace poco más de un mes, y para festejar sus 70 años, Lorin Maazel volvió al arco, en colaboración con el pianista Yefim Bronfmann, para ofrecernos su magnífica versión de las Sonatas de Brahms. Ahora, dos notabilísimos artistas españoles como son Félix Ayo y Emma Jiménez, ambos nacidos en Sestao, han vuelto sobre esas tres maravillas del gran hamburgués y, además, las completaron con el Scherzo de Sonata (1853), dedicado a Joachim. Dicen que toda comparación es odiosa, aunque pienso que es simplemente innecesaria cuando escuchamos a intérpretes grandes que hacen música pura y ho...

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Hace poco más de un mes, y para festejar sus 70 años, Lorin Maazel volvió al arco, en colaboración con el pianista Yefim Bronfmann, para ofrecernos su magnífica versión de las Sonatas de Brahms. Ahora, dos notabilísimos artistas españoles como son Félix Ayo y Emma Jiménez, ambos nacidos en Sestao, han vuelto sobre esas tres maravillas del gran hamburgués y, además, las completaron con el Scherzo de Sonata (1853), dedicado a Joachim. Dicen que toda comparación es odiosa, aunque pienso que es simplemente innecesaria cuando escuchamos a intérpretes grandes que hacen música pura y honda. Es el caso de este gran dúo en el que se suman los muchos valores individuales de Jiménez y Ayo, para integrarse en un único fluir a través de una belleza sonora, una elegancia de estilo y una afectividad tan cálida y sin excesos como la del propio Brahms en sus tres Sonatas, melancólica y formidable la última como el lago Thun frente al que nacieron. El éxito fue total y se hicieron imprescindibles tres propinas, entre ellas, el aludido Scherzo. No olvidaremos fácilmente esta gran tarde musical, nada sorpresiva por cierto, pues conocemos todos muy bien la categoría de los excelentes músicos vizcaínos.

Ciclos de Cámara y Polifonía

Dúo Ayo-Jiménez, violín y piano. Orquestas del Mundo de Ibermúsica. Orquesta de Cadaqués. Director: N. Marriner. Obras de Brahms, Guinjoan y Mozart. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de febrero.

En la otra sala, los éxitos fueron para la Orquesta de Cadaqués, dirigida por sir Neville Marriner, a los que pudimos aplaudir en la Sinfonía concertante en mi bemol, de Mozart, escrita en París, 1778, 'in grandissima fretta' y de la que fueron protagonistas el oboe Christopher Cowie, el clarinetista valenciano Joan-Enric Lluna, la fagotista Rachel Gough y la trompista Sue Dent. En unión del transparente grupo catalán y siguiendo las profundas orientaciones de Marriner, nos depararon una versión preciosa dentro de una línea austera y noble.

Antes, expusieron los músicos de la mágica villa mediterránea Pantonal, de Joan Guinjoan, uno de los nombres claves de la modernidad, capaz de alzarse con todos los triunfos en páginas de diversa intención. En todos los casos, como en la obra escrita para el Concurso de Dirección de Cadaqués, 1998, Guinjoan domina la escritura y las proporciones, el equilibrio formal y el detallismo puntual. Guinjoan (Tarragona, 1931) es, desde hace tiempo, un maestro en el que dones y saberes garantizan calidad y belleza. El propio compositor, del que el Grupo Neopercusión, de Juan José Guillén, revisó ayer el felicísimo Homenaje a Carmen Amaya, de 1986, recogió personalmente las repetidas ovaciones de la audiencia, junto a sus fieles intérpretes.

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