Crítica:ANTENA 3 | 'OTRA DIMENSIÓN'

Enigmático

Hacia la medianoche de los miércoles, la parrilla de Antena 3 acoge un humeante programa de fenómenos paranormales titulado Otra dimensión. Lo presenta Mon Santiso, el que fuera escudero de Ana Rosa Quintana antes de que ésta abrazara la ancestral fe del plagio. Otra dimensión no es un programa escabroso, ni se pasa abusando del sensacionalismo.

Lo inverosímil de las historias y un tratamiento que amplifica los interrogantes sobre las respuestas rebozándolo todo con un look entre Expediente X y El sexto sentido basta para convertir esta fórmula-revista...

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Hacia la medianoche de los miércoles, la parrilla de Antena 3 acoge un humeante programa de fenómenos paranormales titulado Otra dimensión. Lo presenta Mon Santiso, el que fuera escudero de Ana Rosa Quintana antes de que ésta abrazara la ancestral fe del plagio. Otra dimensión no es un programa escabroso, ni se pasa abusando del sensacionalismo.

Lo inverosímil de las historias y un tratamiento que amplifica los interrogantes sobre las respuestas rebozándolo todo con un look entre Expediente X y El sexto sentido basta para convertir esta fórmula-revista en una larga sucesión de historias pertenecientes a esa otra dimensión que tan buenos dividendos reparte en el universo mediático.

Pasen y vean: la aparición de la Virgen en el pueblo de Garabandal; psicópatas alienígenas; el envejecimiento de las caras de Bélmez; psicofonías que, entre las ruinas de Belchite, gritan: '¡Estoy asustado!'; sesiones de hipnosis para descubrir una abducción; la droga de los zombis, y la historia de una monja que tenía la facultad de estar en dos sitios a la vez...

Este último fenómeno recibe el nombre de bilocación. En Otra dimensión se lo trató como algo excepcional, pero basta mirar un poco la tele para darse cuenta de lo fácil que resulta ver a un mismo personaje en diferentes canales a la vez. El caso de Chayanne en Nochevieja fue muy comentado, y las bilocaciones de algunos actores también podrían dar para una investigación con testigos y música enigmática.

Al ver las hermosas imágenes de las niñas de Garabandal mirando al cielo cántabro con ojos bañados en fe, deseando la aparición de un milagro como Dios manda, me pareció reconocer a mis coetáneos esperando, pacientes, una aparición que dé sentido a sus vidas. Ahora ya no miramos al cielo sino al televisor, manantial psicofónico, espejo de patologías, cantera de alienígenas y desagüe de zombis.

Pensándolo bien, y pese a su encomiable intención de practicar un género que, sin tomarnos por tontos, tiende a abusar de nuestra ingenuidad, Otra dimensión es otra forma de contar la realidad, el Informe semanal de nuestro submundo. Una realidad en la que, pese a todo, la televisión sigue siendo, con sus muertos vivientes y abducidos convulsivos, el fenómeno más extraño, intenso e incomprensible de cuantos nos rodean. Por decirlo con las desgarradoras palabras del psicofónico y desesperado testigo de Belchite: 'Estoy asustado'.

[Otra dimensión ha obtenido desde su estreno, el pasado 10 de enero, una media de 1.512.000 espectadores, con una cuota de pantalla del 21,8%].

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