GENTE

EL EUROESCÉPTICO MÁS ALEJADO DE BRUSELAS

En su confín más oriental de la Europa de los Quince, el de la latitud 32º y 9' Este, tiene a un ferviente opositor. Tuovi Kainulainen es un finlandés solterón de 55 años, que vive a sólo dos kilómetros de la frontera con Rusia, rodeado de interminables bosques de abetos y abedules, que se interna más alla del horizonte en los vastos territorios rusos. Kainulainen confiesa que espera la llegada del crudo invierno nórdico con absoluto reposo intelectual y espiritual. Éste fue un buen año para las bayas, las setas y la pesca. También su cultivo de patatas fue uno de las mejores. A pesar d...

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En su confín más oriental de la Europa de los Quince, el de la latitud 32º y 9' Este, tiene a un ferviente opositor. Tuovi Kainulainen es un finlandés solterón de 55 años, que vive a sólo dos kilómetros de la frontera con Rusia, rodeado de interminables bosques de abetos y abedules, que se interna más alla del horizonte en los vastos territorios rusos. Kainulainen confiesa que espera la llegada del crudo invierno nórdico con absoluto reposo intelectual y espiritual. Éste fue un buen año para las bayas, las setas y la pesca. También su cultivo de patatas fue uno de las mejores. A pesar de vivir en la soledad más absoluta, Kainulainen no es ningún ermitaño. Casi a diario conduce su viejo coche 40 kilómetros hasta Ilomantsi, el poblado más cercano, que cuenta con unos 2.500 habitantes. Algunos fines de semana se aventura hasta las salas de baile de Joensuu, la capital regional. "De vez en cuando logro una compañía femenina", señala riéndose, al tiempo que enseña su regio traje gris y una colección de corbatas. Para este solitario ciudadano, Bruselas no representa otra cosa que "una dictadura de la burocracia". Según él, Finlandia, como país pequeño, "sólo lleva las de perder dentro de la UE", y que debería "colaborar más con su vecino más inmediato, con la Federación Rusa". En esto Kainulainen no practica con el ejemplo, pues desde hace un año no se habla con su vecino más cercano, que vive a dos kilómetros de distancia. Lo acusa de haber dado muerte a su querido gato Löpö. Muy pocas visitas llegan hasta este apartado rincón de la Europa comunitaria. Sin embargo, de vez en cuando aparecen habitantes del bosque. "Hace un mes", cuenta Kainulainen, "tuve que utilizar mi carabina para espantar a una osa con dos cachorros ya grandes que intentaban cercar un alce joven".-

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