La lidiaSAN SEBASTIÁN

Aquí no liga nadie

La corrida de ayer empezó de maravilla cuando un toro bravo salió a la arena. No fue tan de maravilla la faena que le hiciera a ese bravo toro Finito de Córdoba. No importa que cortara una oreja porque el torero estuvo por debajo del toro. Había que haberle cortado las dos orejas y haber salido por la puerta grande con un triunfo sonado. En su lugar, Finito instrumentó algunos buenos naturales, algunos buenos derechazos, todo ello con la muleta demasiado arriba, cuando el toro le estaba pidiendo que se la bajara. No ligó un pase. Del mismo modo que a su segundo, un toro encastado, lo toreó alb...

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La corrida de ayer empezó de maravilla cuando un toro bravo salió a la arena. No fue tan de maravilla la faena que le hiciera a ese bravo toro Finito de Córdoba. No importa que cortara una oreja porque el torero estuvo por debajo del toro. Había que haberle cortado las dos orejas y haber salido por la puerta grande con un triunfo sonado. En su lugar, Finito instrumentó algunos buenos naturales, algunos buenos derechazos, todo ello con la muleta demasiado arriba, cuando el toro le estaba pidiendo que se la bajara. No ligó un pase. Del mismo modo que a su segundo, un toro encastado, lo toreó alborotado, con ciertos atropellos, sin mandar y sin ligar. En ese segundo toro le tropezó la muleta continuamente. Alguien dijo a nuestro lado: "En vez de ser Finito de Córdoba, hoy se ha quedado en Poquito de Córdoba".El segundo toro de la tarde, que le correspondió a Manuel Caballero se rompió una mano, por lo que no cuenta la labor del torero. En el quinto hubo un quite muy oportuno de Morante de la Puebla al picador de Manuel Caballero que se había quedado al descubierto después de derribarle el caballo. En la faena el diestro de Albacete tejió unos doblones que prometían mucho. Después aquella promesa quedó incumplida, ya que el torero trazó derechazos, en especial, y naturales demasiado rápidos, muy esforzados, sin adelantarle la muleta como el toro precisaba. De ahí que entre los tropezones que le daba el toro, la falta de ligazón y hondura de la faena, no llegó a calar en los espectadores.

Torero / Finito, Caballero, Morante

Toros de El Torero, presentación desigual, 1º, bravo; 4º, 5º y 6º, encastados; 3º, manso; 2º, sin calificar, porque se partió una mano.Finito de Córdoba: estocada desprendida (oreja); pinchazo y estocada desprendida (gran ovación). Manuel Caballero: dos pinchazos, estocada desprendida y cuatro descabellos (silencio); estocada tendida (aplausos). Morante de la Puebla: estocada corta trasera y descabello (silencio); estocada caída -aviso- y dos descabellos (ovación). Plaza de Illumbe, 16 de agosto. 4ª de feria. Tres cuartos largos de entrada.

Morante de la Puebla no pudo hacer nada en su primero. Cuando salió en su segundo, último de la tarde, al toro antes de entrar al caballo le dio una especie de telele. Tenía todos los síntomas de pasar a mejor vida allí sentado. El público empezó a protestar la invalidez del toro. Y el presidente miraba cómo jadeaba su reloj de pulsera. Por supuesto, no hubo cambio. Y el toro se fue hacia arriba. Entonces Morante fabricó seis series de naturales, alternadas con dos series de derechazos, con mucha torería por su parte, ningún asomo de ligazón y repleto de aromas toreras. Cierto que el toro venía de la UVI. Quizá por ser muy encastado fue disimulando su invalidez. Llegó un momento que el público se fue olvidando de aquel telele primero; sin embargo, todo lo que Morante nos presentaba como un plato de ambrosía perdía consistencia por el recuerdo, insistimos, de la invalidez anunciada.

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