LidiaLAS VENTAS

Bote tuvo la puerta abierta

Pocas veces habrá tenido o va a tener José Luis Bote la puerta grande de la plaza de las Ventas tan abierta para salir por ella camino de un futuro mejor. Bote hizo ayer dos faenas muy meritorias, perfectamente adaptadas a las condiciones de sus oponentes y los fallos con el estoque en el quinto de la tarde le privaron de esa segunda oreja que le habría llevado a irse a la calle de Alcalá a hombros.Iba el torero madrileño de blanco y plata, que es el color de los neófitos, de los aspirantes a la gloria, de los ilusionados y, acorde con su vestido, se vio a Bote lleno de ilusión durante toda la...

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Pocas veces habrá tenido o va a tener José Luis Bote la puerta grande de la plaza de las Ventas tan abierta para salir por ella camino de un futuro mejor. Bote hizo ayer dos faenas muy meritorias, perfectamente adaptadas a las condiciones de sus oponentes y los fallos con el estoque en el quinto de la tarde le privaron de esa segunda oreja que le habría llevado a irse a la calle de Alcalá a hombros.Iba el torero madrileño de blanco y plata, que es el color de los neófitos, de los aspirantes a la gloria, de los ilusionados y, acorde con su vestido, se vio a Bote lleno de ilusión durante toda la corrida. Ya dio el primer aldabonazo con el toreo de capa a su primer toro, saliéndose con él en verónicas mandonas, sobre todo una que instrumentó por el pitón izquierdo, templadísima y con sentimiento. Terminó el torero en los medios y puso el colofón de una media verónica tan torera como los lances iniciales. Andaba muy flojito el burel y el diestro tuvo que hacerle un toreo poco forzado, sin recurrir al muletazo de castigo, pero despacito, prolongado y ligado. Estaba Bote muy tranquilo frente al toro, al que hizo pasar con un temple exquisito. La faena llegó a los tendidos con fuerza y ese público de Madrid, que tanto quiere a este torero, se entregó con él, impresionado por el buen gusto de la faena.

Sierro / Zotoluco, Bote, Cid

Toros de El Sierro (uno devuelto por inválido), bien presentados, muy justos de fuerza, alguno soso, manejables. 4º, sobrero de Julio de la Puerta, manso con dificultades.El Zotoluco: media caída (aplausos y también protestas al saludar); estocada corta desprendida y descabello (silencio). José Luis Bote: estocada caída (oreja); dos pinchazos, estocada corta y descabello (vuelta). El Cid: dos pinchazos y media desprendida (palmas); estocada ladeada (oreja). Plaza de las Ventas, 15 de agosto. Un tercio de entrada.

El cuarto fue un toro con mayores dificultades. Salió de los dos encuentros con el picador suelto y con la cara alta. En el trance final, cabeceó y anduvo gazapón y se quedó muchas veces en la media arrancada. Pero José Luis Bote volvió a torearlo despacio, con el mismo gusto que al toro anterior. Lo llevó muy templado y entendió de nuevo la forma y la medida de la faena. Ya estaban sonando los goznes de la puerta grande y la espada, que no funcionó como hubiera sido de desear, paralizó la maniobra. En la vuelta al ruedo el público volvió a quererle y a animarle y José Luis, terminado el recorrido por el anillo, se dirigió al centro del redondel y se llevó a los labios un puñado de arena del ruedo, en gesto de agradecimiento a la entrega y generosidad de la afición de esta plaza.

Hoy hay pocos toreros que sepan hacer el toreo. Uno de los que sí sabe es El Cid, que en esta corrida llevó a cabo dos faenas muy logradas y rematadas. Fue el tercer toro una excelente res, con la fuerza justa. Empezó el torero algo despegado, para centrarse al final en buenas tandas con ambas manos, llenas de empaque. Con el sexto, brindado a Palomo Linares, el trasteo le quedó un tanto desigual. Hubo pases buenos y también otros más vulgares, pero la faena, en conjunto, tuvo un resultado en el que predominó la calidad sobre la mediocridad, en especial en su comienzo, pues los muletazos con los que se sacó el toro fuera de la raya tuvieron mucha torería. Mató a cambio de un pitonazo en la pierna derecha.

El Zotoluco vio cómo se le acababa enseguida su primer toro. Antes de que el bicho se rajara, como tomaba dulcemente la muleta pudo pasarlo con suavidad por alto y en algunos pases, con la mano derecha y con los pies firmes en el suelo. Cuando el toro se cansó de pasar el mexicano echó mano de los recursos tremendistas y los circulares invertidos. La labor del torero llegó con poco interés a los tendidos.

Después, se las tuvo que ver con el sobrero, que no sacó mucha fuerza. Quería la res quitarse la muleta de encima y quedarse frente al torero intentando la acometida, sin decidirse a ir a por él. Quiso el torero sacarle algún pase y como aquello era imposible decidió enviarlo al desolladero.

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