Los rostros de Marcello Mastroianni creados por Monicelli y Pietro Germi

Hoy comienza un ciclo en Cineclassic del gran actor italiano desaparecido

Cuatro películas magníficas y con fuerza definidora de la compleja personalidad artística de Marcello Mastroianni componen el ciclo que todos los lunes de este mes de julio dedica Cineclassics a la parte no perecedera de la obra del actor italiano. Los cuatro filmes, emitidos en versión original subtitulada, son Febbre de vivere, de Claudio Gora; I compagni (Camaradas) e I soliti ignoti (Rufufú), de Mario Monicelli, y Divorzio all'italiana, de Pietro Germi. Los tres últimos son obras clave, esenciales en la forja de la identidad interpretativa de Mastroianni.

Febbre de vivere, que se em...

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Cuatro películas magníficas y con fuerza definidora de la compleja personalidad artística de Marcello Mastroianni componen el ciclo que todos los lunes de este mes de julio dedica Cineclassics a la parte no perecedera de la obra del actor italiano. Los cuatro filmes, emitidos en versión original subtitulada, son Febbre de vivere, de Claudio Gora; I compagni (Camaradas) e I soliti ignoti (Rufufú), de Mario Monicelli, y Divorzio all'italiana, de Pietro Germi. Los tres últimos son obras clave, esenciales en la forja de la identidad interpretativa de Mastroianni.

Febbre de vivere, que se emite esta tarde a las 18.10, es un duro drama que no fue estrenado en España en su tiempo, año 1953. No es una cima de la obra de Mastroianni, pero sí nos da idea del envidiable equipaje dramático que proporcionaron a su despegue en el cine las raíces de su aprendizaje del oficio de actor en los escenarios romanos de la posguerra mundial. Diez años después, en 1963, este afilado y refinado equipaje profesional estalló de plenitud en la inmensa Camaradas o I compagni (10 de julio, 0.30), un magistral, conmovedor, bellísimo drama sobre las amargas, tensas e intensas luchas urbanas de la clase obrera de la Italia norteña industrializada de finales del siglo XIX por escapar de la encerrona de su miseria. Es una película de calidad altísima, que hay que situar, tanto artística como moralmente, entre las obras cumbre del cine europeo.

Su director, Mario Monicelli, uno de los artífices de la prolongación de la severa tradición neorrealista en la alada y hermosa ligereza de la comedia italiana de los años cincuenta y sesenta, en la que Mastroiannni reinó, volcó en las tiernas y sombrías imágenes de I compagni una inmensa sabiduría cinematográfica, con la que talló uno de los rostros más nítidos y recios de la variada galería humana creada por Mastroianni. Este rostro contrasta con el que Monicelli había moldeado años antes, en 1958, en la libérrima gracia de I soliti ignoti o Rufufú, (24 de julio, 15.50), una de las comedias más vivas y originales que se han hecho nunca, gracias a un portentoso reparto coral, en el que Mastroianni plantó cara a un Vittorio Gassman y a un Totó literalmente irresistibles. La luz de este choque de ingenios fue un asombro que ahí sigue, intacto.

Y si en los filmes anteriores Mastroianni nos da sus rostros de grave revolucionario norteño y de pícaró chorizo romano, en Divorzio all'italiana (17 de julio, 13.25), dirigido por Pietro Germi, compone el arrollador y demoledor retrato de un indolente y criminal burguesito siciliano, que hay que situar entre los hallazgos más divertidos y las imágenes más penetrantes de la historia del cine europeo. Una de las más gozosas y altas creaciones del actor, recuperado por los sagaces programadores de este pequeño gran escaparate de su inmenso talento.

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