GENTE

EL TIMO DEL MANTO DE ARMIÑO

El flamante manto de terciopelo rojo forrado de armiño, una de las joyas mejor guardadas de la casa real holandesa, que sólo se desempolva para el simbólico momento de la coronación, es falso. La capa que vistió por última vez la reina Beatriz, teóricamente realizada en Bruselas para la entronización de Guillermo I a principios del siglo XIX, no es más que una burda imitación de poco más de 50 años cosida con terciopelo suizo y restos de armiño de abrigos usados. Según revela la escritora Dieuwke Grijpma en un libro presentado ayer, el modista suizo Erwin Dolder peg...

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El flamante manto de terciopelo rojo forrado de armiño, una de las joyas mejor guardadas de la casa real holandesa, que sólo se desempolva para el simbólico momento de la coronación, es falso. La capa que vistió por última vez la reina Beatriz, teóricamente realizada en Bruselas para la entronización de Guillermo I a principios del siglo XIX, no es más que una burda imitación de poco más de 50 años cosida con terciopelo suizo y restos de armiño de abrigos usados. Según revela la escritora Dieuwke Grijpma en un libro presentado ayer, el modista suizo Erwin Dolder pegó el cambiazo en 1948. El carismático y atractivo modista supo ganarse la confianza de la entonces princesa Juliana, que le encargó el diseño del traje de su coronación. Al parecer, Dolder no consideró procedente que su elegante vestido beis fuera completado con "un trozo de tela de terciopelo viejo" y le fabricó un manto nuevo al que cosió los 83 leones bordados en oro procedentes del original. Después fue celosamente guardado sin que nadie se percatara del trueque. El gran vividor que era Dolder tuvo que marcharse de Holanda en 1956, acosado por grandes deudas. En los círculos homosexuales de Basilea se cuenta que en los años sesenta, poco antes de su muerte, se dejaba ver a menudo envuelto en una flamante capa de terciopelo roja. Nadie sabe dónde ha ido a parar.-

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