Objetivo: matar al poder

Ya lo dijo William Munny (Clint Eastwood) en Sin perdón: "Cuando matas a un hombre no sólo le quitas todo lo que tiene, le quitas lo que puede llegar a tener".En Asesinatos políticos, una serie de tres capítulos (el primero se emite hoy, a las 22.00, en Documanía, cadena integrada en Canal Satélite Digital), se analizan los motivos y las personalidades de algunos de los homicidas más importantes. Sus víctimas, decididas a cambiar el mundo (King), se quedaron sin futuro.

Este trabajo está dividido en bloques: los solitarios, los traidores y los extremistas. En el capítulo de esta noche, ...

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Ya lo dijo William Munny (Clint Eastwood) en Sin perdón: "Cuando matas a un hombre no sólo le quitas todo lo que tiene, le quitas lo que puede llegar a tener".En Asesinatos políticos, una serie de tres capítulos (el primero se emite hoy, a las 22.00, en Documanía, cadena integrada en Canal Satélite Digital), se analizan los motivos y las personalidades de algunos de los homicidas más importantes. Sus víctimas, decididas a cambiar el mundo (King), se quedaron sin futuro.

Este trabajo está dividido en bloques: los solitarios, los traidores y los extremistas. En el capítulo de esta noche, producido por la cadena de televisión estadounidense ABC, destacan cuatro casos concretos. Cuatro personas solitarias que perseguían lo que Warthol llamó "quince minutos de fama". Gente marginal, con una infancia dura, que hallaron en un arma la única expresión para hacerse visibles en una sociedad que les ignoraba. Tuvieron notoriedad, mucha, pero hoy sólo les queda la cárcel y la incomprensión. El rechazo.

Shirham B. Shirham, el palestino que mató a Robert Kennedy, es claro: "Yo era un perdedor, y eso no me gustaba nada". Pertenece al grupo de solitarios que actúan sin apoyos, que aprietan el gatillo por una motivación de odio político. James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King, se admite como un desarraigado. Él lo hizo por un dinero que jamás cobró. David Chapman, el que cercenó la resurrección de Lennon, dijo obedecer la voz del diablo. Y Arthur Bremer, el que atentó contra Wallace, sólo quería quebrar su soledad.

Asesinos locos, asesinos cuerdos. Gente que ni siquiera tiene cara de asesino cuando se mira al espejo por la mañana. Gente normal que sueña que mata y que un día asesina de verdad.

En la segunda entrega (19 de agosto, 22.00), la serie Asesinatos políticos trata de los casos de traición. De Caínes y Abeles. De amigos que se devoran por mera ambición. Se centra en dos casos. El de Hitler y Ernest Roehm, el creador de las camisas pardas del nazismo, que acabó asesinado cuando se convirtió en alternativa al líder, y el de Malcolm X.

El tercer capítulo (26 de agosto, 22.00) analiza los asesinatos llevados a cabo por extremistas. El del primer ministro israelí Isaac Rabin, el del presidente egipcio Answar el Sadat o el de Abraham Lincoln. Una serie impecable, documentada y cuya mayor virtud es que obliga a meditar sobre esta sociedad plagada de hijos de Taxi driver.

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