La noche de los jóvenes inquietos

Cuando se anuncia cualquier programa televisivo sobre "los jóvenes", muchos de los presuntos implicados se suelen echar a temblar. Lo que se avecina puede ir de tres palos: aprovechamiento amarillista de determinados fenómenos juveniles -véase la ruta del bakalao o la okupación-, aproximación marujil al asunto, en línea de programa testimonial -"¡es que no sé qué hacer con mi hijo!"- o debate-gallinero en el que se cuestionan generalidades, como si son o dejan de ser apolíticos o apoltronados. Y casi siempre, por desgracia, desde una óptica adulta en el peor sentido del término, es decir, cons...

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Cuando se anuncia cualquier programa televisivo sobre "los jóvenes", muchos de los presuntos implicados se suelen echar a temblar. Lo que se avecina puede ir de tres palos: aprovechamiento amarillista de determinados fenómenos juveniles -véase la ruta del bakalao o la okupación-, aproximación marujil al asunto, en línea de programa testimonial -"¡es que no sé qué hacer con mi hijo!"- o debate-gallinero en el que se cuestionan generalidades, como si son o dejan de ser apolíticos o apoltronados. Y casi siempre, por desgracia, desde una óptica adulta en el peor sentido del término, es decir, conservadora.Por eso, un documental como Jóvenes urbanos del siglo XXI, que hoy emite Canal + a las 23.35, tras el pase de la película Trainspotting, no puede ser mejor recibido. Dirigido por Patricia Meneses y realizado por la directora cubana afincada en Nueva York Ela Troyano, el programa contaba con una consigna previa: huir de los estereotipos. A la vista del reportaje, el objetivo parece alcanzado, ya que sus imágenes no satanizan a la juventud ni magnifican sus virtudes, otro vicio demasiado frecuente en nuestros días.

Aquí solamente se retrata la trayectoria vital y profesional de un puñado de veinteañeros de muy distinta condición, con un solo nexo en común: todos han creado su propio puesto de trabajo, sin esperar a que les lloviera del cielo. Son vidas ejemplares, porque reflejan los gustos y las diferentes maneras de salir adelante de la gente de esta edad, pero que no pretenden dar ejemplo a nadie.

En este espacio no se encuentran esos casos extremos tan típicos de otros programas: ni drogadictos al borde de un ataque de marginalidad ni "majos chicos limpios" de nuevas generaciones. En su lugar, inmigrantes, disc jockeys, fotógrafas, club-kids, agitadores culturales, músicos u okupas o emprendedores de sellos discográficos y promotoras de conciertos independientes describen sus vivencias en primera persona, sin comentarios al margen ni moralejas subliminales.

Ellos solos explican cómo se ganan las lentejas, en qué consisten sus intereses y sus inquietudes creativas y cuál es, en definitiva, su cultura. Y también lo difícil que fue dar con vías alternativas de supervivencia: a todos les tocó vivir días duros, ya que nunca hubo una tasa de paro juvenil tan alta en este país como cuando ellos salieron del nido.

Cineasta independiente

Ela Troyano, militante activa de la escena cinematográfica independiente de la Gran Manzana -el mismísimo John Waters aplaudió su última película, Latin boys go to hell-, ha dotado al conjunto de un ritmo fuerte y una estética cercana al pop, cultura sobre la que gravitan muchos de los entrevistados. Además de contar con planos audaces y una cuidada iluminación, el documento se enriquece con videoclips y una banda sonora en la que se escucha de todo, desde el grupo okupa Hechos Contra el Decoro hasta el disc jockey tecno Proffesor Angel Dust, pasando por artistas independientes como Dover o Sexy Sadie.No es casualidad que Jóvenes urbanos del siglo XXI se emita a continuación de Trainspotting. En ambas obras hay mucha valentía y auténtico realismo; sus autores miran lo que pasa sin prejuicios ni caducas moralinas. El filme británico se atreve a explicar cómo la heroína, con sus horrores, puede ser una opción vital libre y conscientemente elegida; la otra osa dejar hablar a jóvenes inquietos de verdad. De ésos que no salen en Sin límites ni en El programa de Ana.

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