La atracción de los perversos

Nuemrosas series incluyen personajes malvados para aumentar la audiencia

Con ellos llega el escándalo, pero también la buena taquilla. Chupan plano con vampíricas dotes y al final resultan ubicuos, necesarios y resultones. En el pasado fueron pocos e intensamente odiados, como el manco de El fugitivo. Hoy se habla más de ellos que de sus víctimas. No sólo ganan, sino que los malos se quedan también con la bolsa, la vida y la chica.J. R. (Larry Hagman) fue el primero que impuso al mundo la seducción del mal. Siete de cada 10 norteamericanos (y lo mismo puede decirse del resto del planeta) se sentaron a ver qué había pasado con el tejano petrolero despu...

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Con ellos llega el escándalo, pero también la buena taquilla. Chupan plano con vampíricas dotes y al final resultan ubicuos, necesarios y resultones. En el pasado fueron pocos e intensamente odiados, como el manco de El fugitivo. Hoy se habla más de ellos que de sus víctimas. No sólo ganan, sino que los malos se quedan también con la bolsa, la vida y la chica.J. R. (Larry Hagman) fue el primero que impuso al mundo la seducción del mal. Siete de cada 10 norteamericanos (y lo mismo puede decirse del resto del planeta) se sentaron a ver qué había pasado con el tejano petrolero después del famoso episodio ¿Quién mató a J. R.?', que cerró su segunda temporada (79-80). Ni J. R. había muerto tras el atentado ni se le había acabado la cuerda. Tan sólo 13 años antes, el 29 de agosto de 1967, la misma expectación la había provocado el episodio final en el que moría el manco (Bill Raisch) de El fugitivo, aquel personaje autor del crimen que el muy odiado teniente Gerard (Barry Morse) atribuía al pobre Richard Kimble (David Janssen). Pero mientras que en El fugítivo el espectador estaba al lado de la víctima y de la gente que le ayudaba, igual que en Hombre rico, hombre pobre, con aquel Falconetti (William Smith) que se llevaba por delante a Nick Nolte y acaba en KO técnico con Peter Strauss, en Dallas la audiencia se decantó por su villano favorito.

Lo "sino sucedía con Angela Channing, que convirtió Falcon Crest en campo de maniobras bélicas (fue apodada Crime Story) y zanjó de un plumazo todos los eufemismos paternales sobre la edad de oro, con clímax tan poco edificantes como aquel en el que su hijo Richard (David Selby) llega a secuestrar a su propia madre. Un poco antes había desembarcado en Dinastía la pérfida Alexis (Joan Collins), catarsis y justicia poética para legiones de mujeres sin voz ni voto.

Y cómo olvidar el estilo impecable y el refinamiento del maléfico Tanio Cariddi (Remo Girone), de La Piovra. Peor vestido andaba nuestro modesto Lucifer que compuso Pepe Sancho para ¿Quién da la vez?; y quién sabe qué puede suceder si Jaime Blanc persiste en quitarle su chica a Emilio Aragón. En cambio, los culebrones catalanes están lanzando villanos de marca con mucho pedigrí y más en la línea del gran serial norteamericano. Ahora mismo, y mientras se produce el enfrentamiento entre las marcas de cava Freixenet y Codorníu, la conocida ya como guerra del cava, en la tele transcurre la paralela guerra sucia de los Montsolís, propietarios de viñas y señores del cava en Nissaga de poder, que está arrojando una cosecha de malos de reserva (Jordi Dauder, David Selvas, Emma Vilarasau) que acobardaría a la mismísima Angela Channing.

El vidolador redimido

La segunda entrega de Melrose Place (Tele 5) acabó con tanta maldad dentro que estuvo a punto de saltar por los aires. No hay por qué preocuparse: a pesar de la bomba, volverán todos, ilesos y con una nueva batería de intrigas antizapeo, a Tele 5 (en cuanto esta cadena concluya la actual reposición de los viejos capítulos).Es la especialidad de este maestro en pienso universal -evasión sin fronteras- llamado Aaron Spelling (la serie se ve en más de cien países). Melrose Place languidecía al baño de María hasta que deseinbarcó Heather Loclear. El virus Amanda hizo estragos. Muchas series tomaron nota.

Sin ir más lejos, alguna tan seria como Treinta y tantos (La 2), que descubrió dos años después de su creación, en 1989, el poder de seducción que podía tener un yuppy astuto y taimado (Miles: David Clennon). Avezada también en el rescate es Barbie Morgan Fairchild (Falcon Crest), que ha sido reclutada estos días para sacar del marasmo otro venerable serial, Loving. Pero el caso más extremo y polémico ha sido el conocido recientemente en Estados Unidos corno el del violador redimido. Sucedió en uno de los seriales más añejos, One life to live (28 años en antena). Todd (Roger Howartbi) era, un personaje tan malo que, por no tener, no tenía al principio más nombre que el de enemigo público número uno. Hasta que hace unos meses se produjo el episodio (premiado con un Emmy) en el que violaba a una de las protagonistas, y Todd, en lugar de seguir el camino de su autodestrucción, comenzó el proceso de su rehabilitación, que acaba de terminar en boda, después de dar un giro romántico a su vida. El hecho escandalizó y provocó una agria polémica, pero cumplió su objetivo: disparó la audiencia.

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