GENTE

Un mandilón para el Principe

Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, que dentro de dos semanas cumple 25 años, fue obsequiado el domingo pasado con un mandilón de cocina como recuerdo de la tradicional matanza del cerdo que organiza el restaurante El Rancho de la Aldegüela, de Torrecaballeros (Segovia), un rito ancestral que suponía la supervivencia de la familia judeocristiana durante el largo invierno y del que estaban participando, entre otros, el ex fiscal general del Estado Leopoldo Torres.Acompañado por un grupo de amigas y amigos, entre los que se encontraban dos oficiales de Artillería compañeros de pro...

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Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, que dentro de dos semanas cumple 25 años, fue obsequiado el domingo pasado con un mandilón de cocina como recuerdo de la tradicional matanza del cerdo que organiza el restaurante El Rancho de la Aldegüela, de Torrecaballeros (Segovia), un rito ancestral que suponía la supervivencia de la familia judeocristiana durante el largo invierno y del que estaban participando, entre otros, el ex fiscal general del Estado Leopoldo Torres.Acompañado por un grupo de amigas y amigos, entre los que se encontraban dos oficiales de Artillería compañeros de promoción de la Academia Militar de Zaragoza, el heredero de la Corona española degustó en el típico establecimiento un menú a base de cordero asado de la tierra con ensalada y unos entrantes de morcilla, picadillo, cebolla frita, bacalao a la portuguesa, croquetas y judiones de La Granja..

Debido a su relación con algunos militares de la misma promoción es habitual la presencia del príncipe de Asturias en tierras segovianas, de donde su abuelo, el conde de Barcelona, don Juan de Borbón, ostenta el título de hijo predilecto, concedido por la Diputación Provincial, al haber nacido en el palacio Real de La Granja.

Felipe de Borbón y sus acompañantes, en total 10 personas, almorzaron en un comedor privado, aunque muy cerca de la mesa del resto de los comensales, quienes se vieron sorprendidos por su presencia. Mientras, el servicio de seguridad no podía controlar a diversos fotógrafos y cámaras de televisión, a quienes se les prohibió radicalmente la obtención de imágenes, incluso fuera del restaurante, ya que no habían contado con que los propietarios de El Rancho habían invitado ese día a varios periodistas a participar de la matanza.-

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