Reportaje:

Cuando otros pasan por la cuneta de la muerte

Habituales de la línea Barcelona-Valencia no entienden que provocó el accidente de Torreblanca

"Inexplicable", dice Juan, de 41 años. Este conductor de autobuses con 17 años de profesión no entiende qué pudo ocurrir la tarde del pasado miércoles, cuando un autobús volcó en la salida número 44 de la autopista A-7, la que conduce a la localidad castellonense de Torreblanca. Cuarenta y cinco personas perdieron la vida en su cuneta.Dicen, señala el conductor, que entró a 105 por hora. Era una curva cerrada, de las llamadas paella. "Pudo tener un reventón o rompérsele la cruceta", intenta disculpar. Lo cierto, vaticina, es que Rafael Casado, de 45 años, el chófer del áutocar siniestra...

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"Inexplicable", dice Juan, de 41 años. Este conductor de autobuses con 17 años de profesión no entiende qué pudo ocurrir la tarde del pasado miércoles, cuando un autobús volcó en la salida número 44 de la autopista A-7, la que conduce a la localidad castellonense de Torreblanca. Cuarenta y cinco personas perdieron la vida en su cuneta.Dicen, señala el conductor, que entró a 105 por hora. Era una curva cerrada, de las llamadas paella. "Pudo tener un reventón o rompérsele la cruceta", intenta disculpar. Lo cierto, vaticina, es que Rafael Casado, de 45 años, el chófer del áutocar siniestrado, que resultó herido, "se sentirá culpable durante toda la vida".

Juan acaba de cubrir el trayecto entre Valencia y Barcelona y ha visto cómo en la mañana de ayer los servicios de la autopista aún retiraban de la calzada los restos del siniestro. A las seis las mantas continúan extendidas por el suelo, cuando José, nacido hace 30 años en Galicia, pasa con su autobús de ENATCAR por la salida 44 de la A-7, la de Torreblanca.

El pasaje parece querer conjurar la tragedia con su silencio. Nadie habla. Sólo cuatro de los 36 pasajeros del autocar vuelven la vista hacia su derecha para ver la cuneta de la muerte. Los demás dormitan o siguen con los auricu.lares puestos Los negros también corren, la película del'vídeo.

Manolo, de 44 años, residente en Valencia y operario técnico de la empresa Alcatel desplazado temporalmente a Barcelona, vuelve a casa para pasar el fin de semana con su mujer e hijos. Sigue con su mi rada el trazado de la curva y, en silencio, reza una oración por las víctimas. Manolo conoció la tragedia a través de la radio, sobre las nueve de la noche del pasado miércoles, una hora y media después de ocurrir. En-el hostal donde se aloja en Barcelona escuchaba, como cada día, Radiogaceta de los deportes. El programa fue interrumpido para dar la noticia del siniestro. Manolo quiso saber en primer lugar a qué compañía pertenecía el autobús siniestrado; no pudo evitar la sensación de alivio al saber que no era la suya. Luego comenzó a pensar qué pudo ocurrir. "Igual", explicaba ayer tarde como hipótesis plausible, "el conductor no recordaba que tenía que salir en Torreblanca para recoger a un pasajero". Tal vez por ello, sugiere, enfiló la salida de la autopista a 105 por hora.

"Algo suicida", afirma José, chófer de la empresa

ENATCAR. Para él lo ocurrido no tiene explicación. Duda, incluso, de que su compañero de profesión entrara en la curva a la velocidad denunciada por el tacógrafo. "Igual era un novato" dice. "De ser así, no hubiera sabido ni embocar unárea de peaje". José Soriano, 57 años y 27 al volante de un ,autocar, añade: "Igual le pasó algo al tío, como que le resbalaran las manos por el sudor del volante". "Sí", completa el chófer gallego, "porque un reventón en medio de la curva es una putada".

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