Un rockero desbanca a Kárpov

El británico Nigel Short cierra una época dorada del ajedrez

De acuerdo con las leyes no escritas del ajedrez, un rockero que va a los torneos acompañado de su mujer y de su hija de un año, que toca la guitarra antes de las partidas y que habla con cualquiera, es un adversario poco temible. El británico Nigel Short, de 26 años, que responde a esa descripción, eliminó en Linares en la semifinal del torneo de candidatos a uno de los mejores de la historia, Anatoli Kárpov. Es el fin de una época. Corría el otoño de 1972 cuando el legendario estadounidense Bobby Fischer masacraba la hegemonía de la URSS venciendo a Borís Spasski. Los soviéticos confiar...

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De acuerdo con las leyes no escritas del ajedrez, un rockero que va a los torneos acompañado de su mujer y de su hija de un año, que toca la guitarra antes de las partidas y que habla con cualquiera, es un adversario poco temible. El británico Nigel Short, de 26 años, que responde a esa descripción, eliminó en Linares en la semifinal del torneo de candidatos a uno de los mejores de la historia, Anatoli Kárpov. Es el fin de una época. Corría el otoño de 1972 cuando el legendario estadounidense Bobby Fischer masacraba la hegemonía de la URSS venciendo a Borís Spasski. Los soviéticos confiaron la recuperación del honor nacional a Anatoli Kárpov, que pronto se convirtió en el ídolo de millones de aficionados. Veinte años más tarde, otro jugador occidental ha precipitado el declive del héroe de Bréznev.

Nigel tenía entonces siete años, disfrutaba de una infancia tranquila en una ciudad al noroeste de Londres y analizaba con deleite las partidas de Fischer. "Repudiaba sus extravagancias, que no encajaban con mi educación británica, pero admiraba su talento", recuerda Short. Pronto recibió un nuevo estímulo: el multimillonario Jim. Slater donó un millón de pesetas para el primer compatriota que lograra ser gran maestro. Esa iniciativa convirtió a Inglaterra en la segunda potencia mundial y a Short en un niño prodigio.

Esa etiqueta y el divorcio de sus padres cuando tenía 13 años provocaron una crisis emocional, que se tradujo en malos resultados escolares y deportivos, resuelta por Short a los 17 con dos drásticas medidas: cambié los estudios por el ajedrez y se integré como guitarrista en un grupo de rock.

Pronto llegó una cascada de éxitos que le catapultó a la élite del ajedrez. Sin embargo, Short ejercía una persistente vagancia que le impedía llegar a la cumbre. Entonces se enamoró de una mujer de origen griego, Rea, que ahora es la madre de su hija Kyveli. Y todo cambió: "Rea ha logrado que me tome el ajedrez como una bonita profesión y cree que nunca trabajo lo suficiente. Si viajo solo me desequilibro; por eso he venido a Linares con las dos", señala Short, que no ahorra elogios a su rival: "Es un jugador formidable cuyos recursos parecen infinitos. He aprendido mucho jugando contra él". Su reacción es muy distinta cuando se le pregunta por sus posibilidades de destronar en 1993 al campeón, Gari Kaspárov: "Voy a contestar de una manera muy británica. Primero me tomaré una cerveza para celebrar mi éxito; después me concentraré para ganar a Timman y, si lo consigo, seguro que encontraré una forma de hacer sufrir a Kaspárov. Ahora soy un rival mucho más duro".

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