GENTE

María Luisa Gallego

Pionera de la mujer española emancipada

Esta mujer de 69 años y pelo completamente blanco, a la que su familia llama cariñosamente Copito de nieve, sigue conservando una silueta juvenil envidiable y un espíritu emprendedor que da brillo a sus ojos y la mantiene en actividad constante.Madrileña de toda la vida, del barrio de Argüelles, su historia es la de la ciudad misma. El pelo se le empezó a poner blanco a los 19 años, tras asistir a los horrores de la guerra. Fue una nota exótica en su aspecto de mujer bella, elegida Miss Universidad en 1936 durante un baile de estudiantes, por votación de los asistentes.

"La guerr...

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Esta mujer de 69 años y pelo completamente blanco, a la que su familia llama cariñosamente Copito de nieve, sigue conservando una silueta juvenil envidiable y un espíritu emprendedor que da brillo a sus ojos y la mantiene en actividad constante.Madrileña de toda la vida, del barrio de Argüelles, su historia es la de la ciudad misma. El pelo se le empezó a poner blanco a los 19 años, tras asistir a los horrores de la guerra. Fue una nota exótica en su aspecto de mujer bella, elegida Miss Universidad en 1936 durante un baile de estudiantes, por votación de los asistentes.

"La guerra civil truncó mi juventud como la de mi generación y tuve que dejar de lado mis aficiones deportivas (ciclismo, pelota con pala y natación) y mis estudios (taquimecanografía, inglés y francés, amén de muchos libros, conferencias y reuniones) para ser útil. Me hice enfermera de guerra, primero en el Casino de Madrid, convertido en hospital de sangre, y luego en el Hospital de Chamartín. Allí, por mis conocimientos de idiomas, tuve mucha relación con heridos de las Brigadas Internacionales. Uno de los que venía a visitarnos habitualmente era Hemingway. ¡Madre mía!, todavía recuerdo el ulular de las sirenas y el miedo durante los bombardeos de Madrid", relata María Luisa con voz dulce y segura.

"Después de la guerra logré encontrar un empleo como secretaria en una aseguradora y pude volver a practicar deportes. Entonces todavía llamaba la atención que una mujer lo hiciera. Yo no me considero feminista, pero creo que la mujer debe defender sus derechos en todos los ámbitos de la vida", añade.

"Desde 1943 íbamos a la Casa Americana a leer periódicos y revistas como Colliers. Las que se vendían en Madrid tenían más de la mitad de sus páginas recortadas por la censura. También íbamos a ver películas pro aliadas, entonces prohibidas, como Casablanca. Me propusieron entrar a trabajar en la Embajada de Estados Unidos en Madrid. Tuve miedo y no acepté el puesto hasta 1951. Desde esa fecha, hasta mi jubilación en 1984, he trabajado en la Casa Americana de Madrid".

María Luisa, que es una excelente relaciones públicas, fue encargada en numerosas ocasiones de guiar a personajes célebres americanos durante su estancia en España. Y así acompañó a artistas como Susan Hayward y Gary Cooper y a una larga lista de astronautas, desde Frank Borman hasta John Glenn o Buzz Aldrin, uno de los que llegó a la Luna hace ahora 20 años como tripulante del Apolo 11. "íbamos a restaurantes, a museos, a los toros y cosas así. También les solucionaba problemas prácticos. Con Gary Cooper fui a comprar un traje y a una farmacia en busca de pastillas contra la diarrea", comenta divertida. María Luisa se niega siempre a empezar el libro de memorias que sus amigos le animan a escribir.

En la década de los sesenta vanos periódicos estadounidenses y canadienses publicaron entrevistas con María Luisa Gallego como modelo de la mujer española moderna que había sabido compatibilizar sus tareas profesionales con las tradicionales.

Como el entusiasmo de esta mujer no se agota, ahora dedica buena parte de su tiempo a sus dos nietos y a viajar con el grupo excursionista de la Institución Libre de Enseñanza. También acompaña a su hijo, el biólogo, dibujante, fotógrafo y ecologista Antonio Sacristán, en sus actividades de campo, observando o anillando aves.

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