GENTE

Carmen Romero,

esposa del presidente del Gobierno, Felipe González, ha podido comprobar cómo, a pesar de su popularidad, puede pasear por Sevilla sin ser reconocida. Carmen abandonó el pasado jueves la residencia veraniega del Coto de Doñana para invitar a cenar a siete amigos sevillanos. El grupo se instaló en la terraza de un conocido restaurante sobre el puente de Triana, donde degustó pescaíto frito, con cerveza o tinto de verano. Sin ser reconocida en ningún momento, Carmen Romero, que llevaba gafas y el pelo recogido, y sus amigos se trasladaron después a tomar un arroz con leche a...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

esposa del presidente del Gobierno, Felipe González, ha podido comprobar cómo, a pesar de su popularidad, puede pasear por Sevilla sin ser reconocida. Carmen abandonó el pasado jueves la residencia veraniega del Coto de Doñana para invitar a cenar a siete amigos sevillanos. El grupo se instaló en la terraza de un conocido restaurante sobre el puente de Triana, donde degustó pescaíto frito, con cerveza o tinto de verano. Sin ser reconocida en ningún momento, Carmen Romero, que llevaba gafas y el pelo recogido, y sus amigos se trasladaron después a tomar un arroz con leche a otro popular y ruidoso restaurante cercano, donde, pese a la iluminación del local y la cercanía de camareros y clientes, tampoco fue reconocida. La esposa del presidente del Gobierno tiene previsto viajar de nuevo a Sevilla esta semana para reunirse con un grupo de pintores.

Archivado En