La mujer y el robot

Un nuevo vehículo para la pareja Katharine Hepburn-Spencer Tracy había de sujetarse, para cosechar éxito, a las viejas fórmulas que ya resultaran populares en anteriores ocasiones. Un punto de feminismo, mayor o menor, según se tercie, en Katharine Hepburn y en unos años que no eran propicios para soltar amarras en tema de sexo, y, por otro lado, su contraste más efectivo, ese Spencer Tracy testarudo, vilipendiado por su prójima, desposeído de sus valores tradicionales por la hembra depredadora. Esa eterna colisión de sexos, con dos actores de su talla, talla insuperable, funcionaba siempre a ...

Un nuevo vehículo para la pareja Katharine Hepburn-Spencer Tracy había de sujetarse, para cosechar éxito, a las viejas fórmulas que ya resultaran populares en anteriores ocasiones. Un punto de feminismo, mayor o menor, según se tercie, en Katharine Hepburn y en unos años que no eran propicios para soltar amarras en tema de sexo, y, por otro lado, su contraste más efectivo, ese Spencer Tracy testarudo, vilipendiado por su prójima, desposeído de sus valores tradicionales por la hembra depredadora. Esa eterna colisión de sexos, con dos actores de su talla, talla insuperable, funcionaba siempre a la primera de cambio. La sutilidad y el ingenio provenían, como plus favorable, de directores y guionistas, y ahí la cosa falló en la nueva película de la pareja, Su otra esposa, realizada en 1957. Ni Cukor ni el matrimonio Kanin-Gordon arreando. Sólo unos guionistas de tres al cuarto y un director con cierto ,prestigio, Walter Lang (un par de títulos sobre Mr. Belvedere y agradables musicales como El rey y yo, Luces de candilejas o Can-can), pero sin temperamento, sin mundo propio.Así, esa historia con posibilidades sobre el mundo moderno que quiere ser una sátira sobre esos cerebros electrónicos que habrán de suplantar a la mujer en sus labores, queda en una esquemática comedia que se salva por el trabajo de los actores.

Su otra esposa se emite hoy, a las 22.25, por TVE -1.