Javier Sanchez Vicario

Ganador de la Orange Bowl, mundial oficioso 'júnior' de tenis

La familia Sánchez Vicario ha vuelto a conocer las mieles del éxito. El mediano de los chicos, Javier, ha ganado en Miami la Orange Bowl, el torneo que está considerado como el Mundial júnior de tenis. El mundo tenístico rinde pleitesía a su ganador, que pasa a ser considerado el mejor júnior del mundo. Javier, de 18 años, derrotó con facilidad al norteamericano Al Parker, por 6-3 y 6-4, y reivindicó el nombre familiar pocos años después de que su hermano Emilio perdiera esa misma final. Marisa Vicario, su madre, asegura que "Javier puede ser tan bueno o mejor que Emilio, aunque eso nuncase sa...

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La familia Sánchez Vicario ha vuelto a conocer las mieles del éxito. El mediano de los chicos, Javier, ha ganado en Miami la Orange Bowl, el torneo que está considerado como el Mundial júnior de tenis. El mundo tenístico rinde pleitesía a su ganador, que pasa a ser considerado el mejor júnior del mundo. Javier, de 18 años, derrotó con facilidad al norteamericano Al Parker, por 6-3 y 6-4, y reivindicó el nombre familiar pocos años después de que su hermano Emilio perdiera esa misma final. Marisa Vicario, su madre, asegura que "Javier puede ser tan bueno o mejor que Emilio, aunque eso nuncase sabe".

En cuanto Javier llega a su casa la familia empieza a temer por el volumen del equipo estereofónico. La música nunca es estridente. Simplemente, discotequera. Es una de las aficiones de Javier, que también comparten Emilio (21 años), Marisa (22) y Arantxa (15), todos ellos tenistas. Emilio está en la cumbre. Javier ya ha puesto un pie en ella. Arantxa va a por todas. Y Marisa estudia en una universidad de California, en Malibú, y compite en los circuitos universitarios norteamericanos.Éste ha sido, sin duda, el año de Javier. Perdió en cuartos de final en Roland Garros, cayó en la final de Wimbledon de su categoría, se proclamó doble campeón -simples y dobles- en Flushing Meadow, realizó un brillante papel en el ttofeo Godó 86, formó parte del equipo español de Copa Davis y, el pasado lunes, se adjudicó el máximo trofeo júnior.

Pese a que sus padres tan sólo se acercaban al Club de Tenis Pamplona a hacer vida social, "pues los niños eran muy pequeños", los chavales decidieron ser estrellas del tenis. Sus padres quisieran que, aunque fuera "a trancas y barrancas", Javier acabara este año tercero de BUP e, incluso, hiciera COU. "Voy un año atrasado", explica Javier, "pero como el tenis me va bien... compensa". Parece claro que la meta de este muchacho no está en ser doctor ingeniero de montes como su padre.

A Javier le gustaría ser Emiilio, o Manuel Orantes -"es una gran meta llegar a donde llegó él"-, o Bjorn Borg, o John McEnroe, o Ivan Lendl, sus ídolos. "Me gustan más que Boris Becker", confiesa, "porque son más sólidos. Becker, eso sí, posee un saque envidiable". Cuando le hablan de si sus triunfos son un sueño, Javier responde con rotundidad: "Se tratan, simplemente, de una satisfacción, pues estoy jugando a tenis desde los ocho años".

Javier es de los que creen que el que siembra siempre recoge buenos frutos. "Sé que muchos júniors se han quedado en eso, en buenos júniors, y no han sabido dar el salto. Sé que empezar a codearse con los profesionales es el paso más importante en un tenista, pero llevo años deseando darlo". No le asusta quedarse en promesa, "porque si sigues trabajando fuerte no tienes por qué estancarte".

Javier sabe que muchos han desfallecido en el primer o segundo año que empezaban a codearse con los grandes. "A los que les ha pasado eso", cuenta Javier, "es porque, cuando han visto el panorama negro han bajado la guardia, han dejado de entrenarse con ilusión y se han estancado. Espero saber superar,ese momento, si es que llega. Mi saque y volea son buenos, pero tengo que mejorar el juego de fondo".

Javier pasará hoy de 1986 a 1987 en compañía de toda la familia. La misma que le ayudará a pasar de júnior a profesional el año que viene. Es decir, mañana.

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