GENTE

Konstantín Michotakis,

líder de la oposición griega, tomaba el sol recientemente en su villa de Creta cuando una bala silbó junto a su hamaca. Los disparos, al parecer, provenían de la casa del subsecretario de Cultura socialista, Siris Velirakis, situada a unos 1.000 metros, donde se celebraba una boda. No se trataba, sin embargo, de que nadie hubiera disparado contra Michotakis en un acceso de vino y euforia, sino que toda boda, Pascua o bautizo que se precie se celebra en Creta a ráfagas de tiros. El ministro de Orden Público, Antonis Drosoyanis, preguntado sobre el número de personas que tiene arma...

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líder de la oposición griega, tomaba el sol recientemente en su villa de Creta cuando una bala silbó junto a su hamaca. Los disparos, al parecer, provenían de la casa del subsecretario de Cultura socialista, Siris Velirakis, situada a unos 1.000 metros, donde se celebraba una boda. No se trataba, sin embargo, de que nadie hubiera disparado contra Michotakis en un acceso de vino y euforia, sino que toda boda, Pascua o bautizo que se precie se celebra en Creta a ráfagas de tiros. El ministro de Orden Público, Antonis Drosoyanis, preguntado sobre el número de personas que tiene armas en Creta, tuvo que responder que dudaba de que alguien no las tuviera. Hace unos meses un emigrante cretense fue descubierto en el aeropuerto de Atenas portando dos revólveres, una escopeta desmontada y cientos de cartuchos. Había burlado todos los controles del aeropuerto de Nueva York, su lugar de residencia, y tenía poderosas razones a su favor: "Soy un buen cristiano ortodoxo que viene a celebrar la Pascua como se debe en su Creta natal". Todos lo entendieron.

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