Luis Astolfi

Las revistas del 'corazón' le acosan por su amistad con la infanta Elena

Luis Astolfi, de 27 años, era conocido hasta el pasado mes de febrero tan sólo en un reducido círculo, el de la hípica, deporte que practica: desde hace muchos años y en el que ha obtenido muchos triunfos, que le llevaron incluso a participar en los pasados Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Su visita al Rocío chico, en compañía de un grupo de amigos, entre los que se encontraba la infanta Elena, le ha catapultado a la fama.

Este sevillano, sexto hijo de una familia de 14 hermanos, abogado que no ejerce, rubio, alto, tímido, con ojos azules, que vive para la hípica y que tiene mucho é...

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Luis Astolfi, de 27 años, era conocido hasta el pasado mes de febrero tan sólo en un reducido círculo, el de la hípica, deporte que practica: desde hace muchos años y en el que ha obtenido muchos triunfos, que le llevaron incluso a participar en los pasados Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Su visita al Rocío chico, en compañía de un grupo de amigos, entre los que se encontraba la infanta Elena, le ha catapultado a la fama.

Este sevillano, sexto hijo de una familia de 14 hermanos, abogado que no ejerce, rubio, alto, tímido, con ojos azules, que vive para la hípica y que tiene mucho éxito con las mujeres, se ha convertido por su amistad con la Infanta en el objetivo más perseguido de las revistas del corazón.Los jinetes de hípica suelen jugar un papel importante en la vida social. Por lo general, son miembros de familias con buena posición social y económica y están, por tanto, bien relacionados.

Estas circunstancias se dieron, por ejemplo, en el caso del capitán Mark Phillips, jinete olímpico, que conoció gracias a este deporte a la princesa Ana de Inglaterra, amazona y gran aficionada al mundo del caballo, con la que más tarde se casó. Mark Phillips es alto, rubio y tiene los ojos azules. A la reina de Inglaterra esto le bastó como, presentación y dio luz verde al romance.

No le parecieron, en cambio, suficientes unas credenciales parecidas a Carmen Polo de Franco, quien, según algunas personas que vivieron aquellos hechos, impidió personalmente el matrimonio de su nieta María del Carmen con el entonces jinete de hípica Jaime Rivera, actual jefe del equipo nacional del que forma parte Luis Astolfi.

Las competiciones de hípica, un deporte minoritario en España, son presenciadas últimamente por una nube de fotógrafos y periodistas de las revistas del corazón, que montan guardia en espera de obtener una foto de la infanta Elena con Luis Astolfi. En el concurso del Club de Campo de Madrid, organizado hace dos meses por el Club de Jinetes, se les fotografió en la pista de entrenamiento cuando ambos preparaban sus cabalgaduras antes de salir a la pista. Luego, ambos terminaron la jornada en una discoteca madrileña.

Días más tarde se repitieron estas escenas durante un curso de especialización que impartió en la capital española uno de los jinetes campeones del mundo. y en el que ambos participaron.

La expectación ha crecido aún más desde que ambos coincidieron de nuevo, la pasada semana, en un concurso, ahora en Jerez de la Frontera.

La Infanta acudió junto con una señorita de compañía que permaneció en todo momento a su lado, incluso cuando doña Elena asistió a una fiesta ofrecida en unas bodegas a la que también estaba invitado Luis Astolfi. El jinete llegó tarde a la fiesta, cuando las luces estaban ya apagadas. Doña Elena presidió el acto desde su inicio. Al acercarse y ver a los fotógrafos que se agolpaban a la entrada, prefirió cenar en un conocido restaurante de Jerez, El Bosque, en compañía de su hermano Joaquín.

Los compañeros de equipo de Luis Astolfi siguen con gran interés, aunque con discreción, el asedio periodístico al que está siendo sometido. Como ellos, Luis Astolfi se hospedó en el hotel Jerez, pero por las noches no se sumaba a las reuniones que organizaban los deportistas desplazados hasta allíy prefería acudir a la casa de Alvaro Domecq, en la que se organizaban cenas privadas a las que también acudía doña Elena. Él dice que se extraña de que levanten tamaña polvareda estas meras casualidadés.

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