Crítica:VISTO / OÍDO

La dicha de bailar un 'fox' en la cama

Mirando hacia atrás con música es el programa de radio que ha hallado el movimiento continuo pues lo bailamos desde que tenemos uso de razón. Pasan las estaciones, pasan los regímenes pueden cambiar de color los Gobiernos... y él sigue ahí para alimentar el tibio placer de la nostalgia.El Diccionario, no obstante, sigue relacionando nostalgia con desdicha, dolor, tristeza... ("pena por el recuerdo de algún bien perdido"). Los señores académicos no escucharán seguramente este programa, y si lo hacen, deben gozar poco con él ¿Será que los académicos han cambiado sus costumbres y se ha...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Mirando hacia atrás con música es el programa de radio que ha hallado el movimiento continuo pues lo bailamos desde que tenemos uso de razón. Pasan las estaciones, pasan los regímenes pueden cambiar de color los Gobiernos... y él sigue ahí para alimentar el tibio placer de la nostalgia.El Diccionario, no obstante, sigue relacionando nostalgia con desdicha, dolor, tristeza... ("pena por el recuerdo de algún bien perdido"). Los señores académicos no escucharán seguramente este programa, y si lo hacen, deben gozar poco con él ¿Será que los académicos han cambiado sus costumbres y se han puesto a mirar hacia el futuro? Todo es posible.

Después de la santa misa radiada, te puedes bailar un fox lento en la cama como si el tiempo no hubiera transcurrido. Esto sólo pasa los domingos. De nueve a diez de la mañana se instala la armonía en los hogares, volviendo melódica la relación de la pareja.

Mirando hacia atrás con música es un buen título que parafrasea el de aquel drama áspero de John Osborne (Mirando hacia atrás con ira), de modo que toda comparación resulta errónea. Nada hay menos áspero que este tiempo rítmico de radio, en el que lo mejor del ayer se repite con una insistencia viciosa y nunca cansa. Su enunciado de careta, pese a su aparente opacidad, tampoco engaña a nadie. "Dejándonos llevar de la admiración de compositores, cantantes, músicos en general, que por su valor artístico están haciendo historia, tratamos de desentrañar los comienzos de lo que hoy es todo un fenómeno sociológico".

En realidad, el verdadero fenómeno sociológico son ellos: Juan María Mantilla, como director-guionista, y Jesús García Preciados, al micrófono, que desde la emisora de Radio Nacional de España en Cantabria (R-1) han conseguido la adhesión mayoritaria y vinculante de todo el Estado evocador.

La voz del locutor es tersa, límpida y cálida como las de antes; sus comentarios, escuetos e instructivos, con las palabras precisas para situar a la memoria en el lugar correspondiente.

Por el contrario, la voz del director está cascada como un viejo microsurco y delata esa pasión maniática del coleccionista de discos antiguos que quiere a cada rato hacernos partícipes de su entusiasmo y de su tesoro. Lo que más le gusta decir es eso de "Este disco ya no existe en el catálogo español", o eso otro de "Esto es un regalo para los que agradecen todo lo nostálgico".

Se pueden repetir de un domingo para otro las melodías más memorables con el pretexto de que un oyente lo ha pedido, aunque siempre queda la sospecha de que ese oyente sea el propio Mantilla.

No importa, sin embargo. Siempre serán bien recibidos los Gershwin, los Porter, los Berlin, la Jackson, la Piaff, la orquesta de Charlie Barlett -de la que se dijo que era la orquesta más negra de todas las blancas de su tiempo- o ese "caballero sentimental de los trombones" que fue Tomy Dorsey, con su versión de Song of India.

Los seguidores de Ginger Rogers parecen mayoría. Llega entonces el momento en que la pareja de Fred Astaire se pone a soñar y canta Antes no veía colores.

Hojas verdes

Van, vienen, las hojas verdes del verano -llorando en la capilla- con nostalgia en alta mar, a ritmo de boogie, fox, rock, con las mil y una versiones de La vida en rosa.Lo peor es cuando, por complacer a los feligreses amantes de la ingestión de gallinejas, ha de sonar el chotis (con ser tan nuestro como dicen) y se escucha eso de "Las muchachas taquimecas son la admiración / de los chicos cañón". Es el trance más duro. Pero pronto el organillo funde en un solo de trompeta y el buen pretérito sigue su curso.

Mirando hacia atrás con música se emite los domingos a las 9.05 por Radio 1.

Archivado En