Julián Campo,
ministro de Obras Públicas y Urbanismo, lleva unos días mirándose al espejo reiteradamente sin comprender lo que le sucedió el martes pasado, cuando acababa de inaugurar en el parque del Retiro de Madrid una exposición sobre los problemas viales dedicada a los niños. Una joven, que no le reconoció, se acercó al Opel Senator que ocupaba el ministro y le espetó, correcta y convencida: "Perdóneme que le diga que es usted muy feo". A continuación la joven dio media vuelta y se marchó. El ministro lo cuenta con una apostilla no exenta de clasicismo: "Yo no le dije que ella tampoco era muy agraciada...
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ministro de Obras Públicas y Urbanismo, lleva unos días mirándose al espejo reiteradamente sin comprender lo que le sucedió el martes pasado, cuando acababa de inaugurar en el parque del Retiro de Madrid una exposición sobre los problemas viales dedicada a los niños. Una joven, que no le reconoció, se acercó al Opel Senator que ocupaba el ministro y le espetó, correcta y convencida: "Perdóneme que le diga que es usted muy feo". A continuación la joven dio media vuelta y se marchó. El ministro lo cuenta con una apostilla no exenta de clasicismo: "Yo no le dije que ella tampoco era muy agraciada porque soy un caballero".