Françoise Fabius

La esposa del primer ministro francés, una mujer de a pie

Françoise es francesa, a pesar de que nació en México de un padre turco y de una madre griega que negocian con los diamantes. Por eso, así, de golpe, quien no sepa lo dicho puede piropearla si le van las señoras de rompe y rasga, de pelo largo, envuelto el rostro mediterráneo en la tez de la dulzura soleada, o del dolor amortiguado por una sonrisa así de amplia.La mujer del primer ministro francés estuvo a punto de escandalizar a todo el establishment parisiense el pasado mes de mayo, cuando llegó a una recepción oficial en pantalones vaqueros. Y los franceses la descubrieron el otro dí...

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Françoise es francesa, a pesar de que nació en México de un padre turco y de una madre griega que negocian con los diamantes. Por eso, así, de golpe, quien no sepa lo dicho puede piropearla si le van las señoras de rompe y rasga, de pelo largo, envuelto el rostro mediterráneo en la tez de la dulzura soleada, o del dolor amortiguado por una sonrisa así de amplia.La mujer del primer ministro francés estuvo a punto de escandalizar a todo el establishment parisiense el pasado mes de mayo, cuando llegó a una recepción oficial en pantalones vaqueros. Y los franceses la descubrieron el otro día al entrar por primera vez en Matignon (la sede del primer ministro) por sus propios medios, conduciendo un coche 2 CV. La señora no iba a darse una vuelta por el suntuoso parque del palacio, sino que entró por la puerta grande del lugar para asistir a la toma de posesión de su marido, y al bajar del coche, sin querer, su vestido, abierto, enseñó toda la pierna derecha de arriba abajo, a todas las cámaras de televisión.

De igual manera que su marido se pone en mangas de camisa por menos de nada, la primera ministra, de la manera más natural, hace y se mueve como si no pasara nada. Por lo demás, la señora de Fabius hasta hoy era casi como una francesa de a pie, de las de todos los días, pero, se la presume apasionada, y eso se le nota al observarla. Como la mujer del presidente, François Mitterrand, es una militante del partido socialista, y no parece, de creerla (y no es difícil creerla), que en lo sucesivo se dedique únicamente a ser espasa consorte.

Por casualidad, como ocurre tantas veces; al terminar el bachillerato estudió Sociología, pero luego se aficionó y hasta se doctoró. Empezó a trabajar por el principio, que en esta profesión quiere decir que realizaba encuestas. Pero después ya no le faltaron nunca puestos de mayor o menor importancia en alguna empresa multinacional o en el partido socialista donde es redactora de la Revuelta, Teórica del PS. Françoise, cuando se refiere al triunfo de Mitterrand, en mayo de 1981, puntualiza, matiza y dice: "Nuestra victoria".

Desde entonces ha trabajado en el Ministerio de la Comunicación en todos los problemas tocantes a la creación. El tema de la comunicación le ha interesado siempre y es el que más tiempo le ha confiscado. Pero poco antes de "nuestra victoria", le acaeció a la hoy primera ministra un leve percance: conoció a un muchacho joven del que se decía que era un superdotado, Laurent Fabius.

Por entonces, y ahora también (y ella afirma que todo seguirá igual), jugaban al tenis, y algunos domingos se les veía a los dos almorzar juntos en una brasserie conocida del barrio Latino. Lo cierto es que ellos celebraron de antemano el triunfo socialista de hace tres años, porque el día 17 de abril de 1981, es decir, menos de tres semanas antes de que Mitterrand venciera a Valéry Giscard d'Estaing, Laurent y Françoise se casaron sin que nadie, o casi, se enterara.

Desde entonces no han perdido el tiempo en ninguna de las acepciones de la expresión: él ha sido ministro, y desde la semana pasada es el primero de todos. Y ella, además de fundar el movimiento Judaísmo y Socialismo y de crear un proyecto de museo en memoria de los franceses de África del Norte, que será inaugurado en Marsella el año próximo, ha dado a luz a dos hijos: Tomás, de dos años y medio de edad, y Víctor, de 7 meses. Y sobre sus dos retoños Françoise anota: "Para mí es lo que más cuenta. Son aún dos bebés y quiero continuar ocupándome yo misma de ellos". También quiere, con Fabius, su marido, continuar visitando todos los domingos un parque zoológico de la capital, y también desea que no fallen los partidos de tenis. Y a toda costa se ha empeñado en vivir no en el palacio de Matignon, sino en su casa de siempre.

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