Datos sobre el dramático porvenir de la TV francesa

La televisión francesa, monopolio del Estado, vivirá, pronto el mismo drama que actualmente padece la siderurgia, por no haber previsto el cambio tecnológico, que acarrea la tercera revolución industrial. Esto ocurrirá si no cambia totalmente la gestión, programación, producción, etcétera. Así se afirma en un documento explosivo de la Alta autoridad, el organismo que desde que los socialistas gobiernan en este país controla los media audiovisuales del Estado.

El documento es una reflexión sobre el futuro inmediato de los tres canales de televisión con los que cuenta Francia y que perten...

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La televisión francesa, monopolio del Estado, vivirá, pronto el mismo drama que actualmente padece la siderurgia, por no haber previsto el cambio tecnológico, que acarrea la tercera revolución industrial. Esto ocurrirá si no cambia totalmente la gestión, programación, producción, etcétera. Así se afirma en un documento explosivo de la Alta autoridad, el organismo que desde que los socialistas gobiernan en este país controla los media audiovisuales del Estado.

El documento es una reflexión sobre el futuro inmediato de los tres canales de televisión con los que cuenta Francia y que pertenecen al monopolio estatal. Ese futuro se considera que en los cinco años venideros estará determinado por la introducción en el mundo de la comunicación de la TV por cable, por satélite y la aparición de la TV privada.La Alta autoridad controla el mundo audiovisual del Estado en Francia. Fue creada por el Gobierno socialista para que garantice la independencia de la televisión respecto a todo tipo de presiones: de los nueve miembros que la integran, seis han sido escogidos por el presidente de la República o el de la Asamblea Nacional, que también es socialista. Los otros proceden teóricamente de la oposición.

Este documento que acaba de publicar la alta autoridad al cabo de dos años de mando sobre los tres canales de la televisión y la radio públicas es una denuncia y un aviso. Se denuncia el inmovilismo y el anacronismo que caracterizan al funcionamiento del ente público, conducentes a medio plazo al cataclismo económico y profesional. De ello se responsabiliza tanto al Gobierno como a los trabajadores.

Las taras que el texto evidencia sobre la televisión, francesa afectan a todo el mecanismo de la misma: los poderes públicos limitan el futuro del servicio público a la gestión del ya existente. Ninguno de los directores de los tres canales se siente seguro en su trabajo. La burocracia y el funcionamiento de la gestión priman respecto a "lo que es el fin esencial, es decir, la creación de programas y de imágenes en general".

La Alta autoridad anota muy particularmente la incompotencia, el empleo inadecuado y el misterio que caracteriza las nóminas abultadas de la televisión. El ente público audiovisual francés emplea a 18.000 personas. Cada redacción cuenta con unos 200 periodistas, pero se subraya que sólo la mitad de ellos trabajan. A algunos sólo se les ve cada cuatro meses. Los sindicatos impiden o frenan la evolución tecnológica. El primer canal puede necesitar hasta 12 horas para poner en marcha un equipo de reporteros.

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