Crítica:VISTO / OÍDO

Entre Numancia y Montserrat

Todos los países que han sufrido una romanización más o menos prolongada tienen su Viriato. Los franceses presumen de Vercingetórix tanto como de Carlos Martel; en el Asia Menor andaba Mitrídates rey de Ponto; y hasta los belgas tienen a su pastor lusitano, aproximadamente de la misma e incomprobable época.Los israelíes pueden elegir entre dos aspirantes del tiempo en que Herodes el Grande y sus sucesores se conformaban mal que bien- al dominio de Roma. Eleazar ben Jair y Bar Kochba protagonizaron diferentes episodios numantinos de la resistencia del pueblo judío contra los invasores de...

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Todos los países que han sufrido una romanización más o menos prolongada tienen su Viriato. Los franceses presumen de Vercingetórix tanto como de Carlos Martel; en el Asia Menor andaba Mitrídates rey de Ponto; y hasta los belgas tienen a su pastor lusitano, aproximadamente de la misma e incomprobable época.Los israelíes pueden elegir entre dos aspirantes del tiempo en que Herodes el Grande y sus sucesores se conformaban mal que bien- al dominio de Roma. Eleazar ben Jair y Bar Kochba protagonizaron diferentes episodios numantinos de la resistencia del pueblo judío contra los invasores de Occidente.

Masada es apenas un mirador de siete hectáreas de extensión sobre una elevación del terreno a algo más de 400 metros de altura en las cercanías del Mar Muerto. Allí edificó Herodes los baños más opulentos de la época, siglo I antes de Cristo, para recreo de su palacio de verano. Masada significa en hebreo fortaleza, por lo que su acepción de la época sería la del actual Kremlin moscovita, y en la mitificación histórica de su pasado que han hecho todos los pueblos antiguamente invadidos, habría que situar hoy su memoria entre Numancia y Montserrat.

En el moderno Estado de Israel las ruinas de Masada son un lugar de peregrinación e inspiración patriótico-religiosa, con mucho de boyscoutismo en la mochila, como en la montaña catalana. Tanto por su modesta estatura como por la falta de un Petrarca en los alrededores, el monte hebreo no puede aspirar a Mont Ventoux, pero sí ha establecido seriamente sus credenciales numantinas.

Como quedará documentado por la serie comenzada ayer, unos cientos de zelotes dirigidos por Eleazar ben Jair -personaje que interpreta Peter Strauss-, caudillo de la revuelta de los años 66-73 de la era cristiana, prefirieron la muerte hasta la penúltima mujer a rendirse al invasor. Los árabes llaman al montículo sagrado de los hebreos As Sabbah, la montaña maldita, porque ya se sabe que las canonizaciones siempre van por barrios. El ejército de ocupación, compuesto de unos 15.000 hombres, tenía su fuerza de choque en la X legión Fretensis, mandada por el patricio Silva, que interpreta Peter O'Toole. Un romano rubio contra un mediterráneo de pelo negro.

Para que nadie pueda llamarse a engaño el primer capítulo comienza con un dilatado prólogo dedicado a las glorias del ejército israelí contemporáneo, que se remite a la tradición de Masada. Es la imagen de David contra Goliat, de los resistentes numantinos contra el imperio romano, de la diminuta nación asediada contra la marea humana del mundo árabe. Las grandes gestas de la historia han sido llevadas habitualmente al cine si no siempre por los vencedores, sí por los supervivientes. Israel, en formato norteamericano, nos da la versión del superviviente.

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